La educación peruana en el nuevo quinquenio ¿Estamos en el camino correcto?

La censura de Jaime Saavedra, alejó de la conducción del sector al ministro de Educación con mayor popularidad en lo que va del periodo iniciado el 2001 con la caída del régimen fujimorista. Con la reconstrucción democrática en el 2001 se abrió también un periodo en que el país empezó a tener una política de Estado propia en educación. El primer paso fue la Ley General de Educación del 2003 que puso en agenda cuestiones cruciales como la conformación del Consejo Nacional de Educación que tuvo la tarea de darle al país un Proyecto Educativo, la necesidad de un nuevo régimen laboral para los docentes de la educación pública y la reforma de la formación magisterial, el diseño de una nueva educación universitaria y tecnológica, el desarrollo de una cultura de innovación educativa en las escuelas con la creación del Fondo Nacional de Desarrollo de la Educación Peruana (FONDEP) y de la calidad educativa con el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (SINEACE), entre otros aspectos cuyo desarrollo generó normativamente un nuevo escenario de política educativa. Sin embargo, un nuevo escenario no significa nuevos actores ni cambios de intereses.

¿Qué significa que una aplastante mayoría fujimorista en el Congreso haya producido esta censura? ¿Han cuestionado los autores de la censura el modelo y la política educativa desarrollada desde inicios de este siglo? ¿Es este modelo absolutamente distante de lo desarrollado en los 90? Los 90 en el Perú están marcados por la instauración de un régimen autoritario para la implementación de políticas de ajuste, en ese escenario, aconteció la significativa presencia de las agencias multilaterales —particularmente del Banco Mundial (BM)— en las políticas educativas nacionales y de cooperación internacional en las que destaca la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (en inglés: United States Agency for International Development —USAID—), que se constituyeron en parte importante de los think tank de la política educativa peruana. Ciertamente, aún continuamos pagando las deudas al BM.

Hoy se ha generado un cierto sentido común expresado en la frase de Saavedra: “estamos en el camino correcto”. Tan sentido común es, que la oposición en el Congreso no discute esta frase, incluso han puesto en el congelador la propuesta de Velázquez Quesquén que pretende modificar la ley universitaria para poner al gato de despensero. Este sentido común es el que ha derrotado la intención de convertir la censura de Saavedra en cuestionamiento de la reforma universitaria y que ha congregado a tirios y troyanos en torno a la consigna de cuidar la continuidad de la política educativa. Para darle fuerza simbólica a esto, hemos visto algo poco común, un exministro levantando en la ceremonia de juramentación el brazo de la nueva ministra, quien a su vez se presenta enfatizando que es parte del equipo de la saliente autoridad.

Pensamos que la censura ha fracasado, sus intenciones han quedado descubiertas y por lo menos postergadas. En este contexto, Jaime Saavedra ha sido maltratado sin merecerlo y con un encono que la población ya sabe es marca registrada de una coalición opositora que —hay que saberlo— repetirá la escena sin sentir vergüenza. El ministro ha sido censurado no por la política educativa en marcha —por supuesto, tampoco por corrupción— sino porque en la estrategia política de la oposición había que hacer saber al ejecutivo “con quien se están metiendo”. Y este, parece, va ser el clima que dará contexto a toda la política pública durante el quinquenio que inicia este 2017.

Ahora bien, cabe preguntarnos ¿Estamos en el camino correcto? Esta es la cuestión que debemos plantearnos en educación. Porque la sola frase deviene e invita a blindar la actual orientación e incluso la ejecutoria del Ministerio de Educación. En educación, como sabemos, nada es obvio, no basta decir “que la fuerza te acompañe”, uno tiene que preguntarse, en perspectiva crítica ¿Cuál fuerza es esa, me acompaña o es que en realidad me lleva sin consultarme a dónde quiero ir?

Entre los desafíos del 2017 uno de grave importancia es la apertura a discutir ese camino, es una obligación política de la gestión. Hacer política pública implica diálogo. No lo tuvimos en el lustro de García, no lo hemos tenido con Humala. Meléndez decía recientemente que las tecnocracias no tienden a estas lógicas de la buena política y que este gobierno en particular necesita hacer política. No es aconsejable una tecnocracia, que tras cifras e informes de consultorías, cree saber lo necesario para decidir sin dialogar.

Aquí disentimos de la unanimidad monocorde, pensamos que no estamos en el camino correcto, hay aspectos muy positivos que hay que reconocer y sin dudas apoyar —como el Plan de Educación Intercultural Bilingüe (EIB)— pero las flores a vera del camino no lo vuelven “correcto”, hay que discutir hacia donde nos lleva, y por qué nos aleja de los consensos logrados en el Proyecto Educativo Nacional. Saludamos y deseamos éxito a la nueva ministra y a su equipo. Esperamos mayor apertura al diálogo y mucha escucha a maestras, maestros y directivos. Esta debería ser la primera acción educativa que se le exige a un ministerio donde debe ser preminente la pedagogía.

Escribe: Severo Cuba, asociado a TAREA

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