El año escolar 2023 y su impacto en los proyectos de vida de nuestros estudiantes

Resulta difícil señalar cuales son los temas que dan cuenta de los principales desafíos que tenemos como sistema educativo en el Perú. Sin embargo, en una democracia el deber del Estado es que todos sus ciudadanos tengan acceso a una educación de calidad, asegurando su permanencia y conclusión de su escolaridad y oportunidad de continuidad en la educación superior. Ante ese propósito nos preguntamos: ¿cuánto hemos avanzado en el año que se acaba? ¿Qué hemos hecho para garantizar una educación de calidad? Es nuestra responsabilidad dar cuenta de ello.

El año 2023 ha estado marcado por hechos que han trastocado nuestro sistema educativo, haciéndolo más precario aún. Golpeado por la pandemia y decisiones cortoplacistas que conviven con grupos de interés, que deciden qué leyes o normas establecer según su conveniencia, en muchos casos mercantilista, impidiendo avanzar en el propósito de garantizar que la institución educativa enfrente el desafío de reinventarse para convertirse en un espacio atractivo, de aprendizaje, con valor social para cada uno de los estudiantes y sus familias en los diversos contextos territoriales.

En ese contexto, en el 2023, es imperativo preguntarnos, ¿cómo les fue a nuestros estudiantes?, ¿qué están aprendiendo? ¿Dónde están teniendo más dificultades? ¿Están logrando desarrollar sus proyectos de vida? A continuación esbozo 4 desafíos que pueden graficarnos como nos ha ido en educación.

El acceso y continuidad del servicio educativo, a inicios de año, nos enfrentó a una realidad donde nuestros más de 8 millones de estudiantes en todo el país, inició su año escolar, con distintos ritmos, sin embargo, un 6,3 % de estudiantes fueron expulsados del sistema educativo, agravándose ello en territorios como Ucayali donde la tasa es de un 20 % y en San Martín, un 19,7 %, cifras que nos grafican como vamos como sociedad.

Asimismo, por otras razones un porcentaje considerable en el norte del país fueron afectados con la llegada del ciclón Yaku, por lo que las clases escolares se vieron perjudicadas, graves daños en la infraestructura de decenas de centros educativos debido a los huaicos e inundaciones principalmente en el norte del país. Ello sigue ocurriendo sin políticas que puedan prevenirlo, siendo el Perú un país que históricamente enfrenta situaciones climáticas que ponen en riesgo el servicio educativo. Tenemos el gran desafío de, prevenir, presupuestar y actuar.

El bienestar y los aprendizajes de nuestros estudiantes. No hay aprendizaje sin bienestar. La salud física y mental de nuestros estudiantes es indispensable para garantizar una educación de calidad. Cada día se da cuenta de hasta 11 niñas de 10 a 14 años que quedan embarazadas y cuatro de ellas se convierten en madres en el Perú[1]. La gran mayoría producto de abusos sexuales.

Esta violencia tiene otra expresión dramática en los 13 mil casos de acoso escolar o bullying reportados por el Ministerio de Educación, en lo que va del 2023, duplicándose con respecto al año anterior. Normalizar la violencia desde el Estado tiene implicancias en la escuela, las familias y la comunidad. El desafío que tenemos al frente es abordar con seriedad y urgencia un cambio en la cultura escolar acompañado de una educación sexual que permita a nuestros estudiantes acceder a información con acompañamiento, convirtiendo a la escuela en un espacio protector, que evite afectar los proyectos de vida de nuestros estudiantes.

Los docentes y el propósito del sistema educativo. En el país existen 576 275[2] maestros que se desempeñan en los diferentes niveles del sistema educativo nacional. Quienes tienen el desafío de lograr generar espacios de aprendizaje, basados en la investigación, la creatividad, promoviendo el pensamiento crítico. En el presente año se suman 77 000 docentes, que se han incorporado a la carrera pública magisterial, lo cual se convierte en una oportunidad que disminuye la incertidumbre de tener a docentes el primer día de clases, en los contextos territoriales, sobre todo rurales donde las dificultades que se afrontan son mayores. El desafío que tenemos al frente demanda una formación en servicio que responda a los desafíos de aprendizaje en un entorno y clima escolar afectivo.

Y ¿dónde están los aprendizajes? El 2023 nos hemos enfrentado a resultados de la Evaluación Censal de Estudiantes (ECE) 2022 y del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes o Informe PISA (por sus siglas en inglés: Programme for International Student Assessment) que miden aspectos básicos que deben servirnos como referencia, pero que resultan hoy insuficientes. Saber que solo el 38 % de estudiantes comprende lo que lee, es decir 6 de cada 10 estudiante no lo hace es una condena. Y donde solo el 12 % tiene un nivel autosatisfactorio en matemática reduce las oportunidades para desarrollar sus proyectos de vida.

Sin embargo, dichas pruebas no terminan de dar cuenta de lo que pasa en las escuelas, de saber cuál es el carácter significativo de lo que enseñamos y cómo lo estamos haciendo. Requerimos repensar nuestra ruta de aprendizaje, vinculándolas a los desafíos territoriales, que resultan relevantes para los estudiantes como el ambiental, la salud, el arte, la música, las ciencias, el desarrollo. Ese es nuestro gran desafío.

En una democracia, el acceso a la educación es fundamental pero aún más el tipo de educación que brindamos. La nuestra debe estar basada en el reconocimiento que nuestros estudiantes son diversos y tienen diferentes formas y ritmos de aprendizaje, con capacidad de contribuir y dar respuesta a los problemas del entorno y su comunidad.

El desarrollo social y económico no van por cuerdas separadas de la política educativa, si hay violencia desde el Estado esta se normalizará en la sociedad y en la escuela. Tenemos el 2024 el desafío de revertirla. Requerimos repensar la escuela como un centro de creación, protección y autonomía del estudiante y como espacio privilegiado para un ejercicio ciudadano, que permita cerrar el espiral de olvido, violencia o abandono. La democracia del Perú solo se sostendrá en una educación en la libertad y que genere igualdad real de oportunidades, desterrando la segregación escolar y territorial que hoy tenemos.


[1] UNFPA. https://peru.unfpa.org/es/ninas_no_madres_peru2023
[2] INEI PERU https://m.inei.gob.

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Escribe: Patricia Correa Arangoitia, educadora