Educaciones florecientes

Partiendo de la idea que hay cambios importantes en la vida de las niñas, los niños, los adolescentes y de sus familias alcanzo algunos elementos para repensar la educación formal en el Perú y en especial en los ámbitos rurales. Si bien algunos de estos cambios los ponen en riesgo, también abren paso a nuevas oportunidades.

¿Cómo estamos hoy?

No solamente hemos perdido más de 200 mil peruanas y peruanos como consecuencia de la pandemia, además, muchos de los sobrevivientes quedaron con una salud fragilizada, sin contar con los 98,000 niñas, niños y adolescentes en orfandad, cientos de miles de puestos de trabajo perdidos, familias endeudadas y otras aun viviendo con sus agresores en casa. Con 1,3 millones de ciudadanos venezolanos viviendo en territorio peruano su vida en el Perú presenta otros riesgos adicionales en su condición migrante. Sin duda los derechos a la salud y la educación de millones de niñas, niños y adolescentes han sido más vulnerados, con limitado acceso a los servicios de salud y fuera del sistema educativo, sobreviven al presente y proyectan el futuro en medio de incertidumbres.

Para repensar la educación básica es indispensable centrar la mirada en niñas, niños y adolescentes, no solo como estudiantes, sino como personas al interior de sus familias y comunidades. Es en sus escenarios vitales en donde podemos encontrar algunas claves, por ejemplo, la necesaria atención en su salud mental cuando los estudios muestran que la cuarta parte reporta sentirse ansiosos, la tercera parte expresa sentirse preocupados por la situación económica y un 15 % ya habla de depresión.

Por otro lado, en las provincias el fenómeno de la urbanización creciente con la consecuente desruralización reconcentra las poblaciones con nuevas demandas de servicios públicos, otras escuelas y una educación comparativamente mejor a la que recibían en las zonas rurales.

En las urbes las dinámicas familiares son distintas, los adultos se distanciarán de la gestión escolar y los barrios serán menos amigables, con ello se predetermina una manera de brindar el servicio educativo que interpela la Educación Intercultural Bilingüe urbana. A la par, hemos sido testigos de las migraciones inversas desde las ciudades al campo de miles de familias buscando fuentes de subsistencia cuando sus posibilidades se agotaban en las ciudades. Con estos retornos, llegaron miles de adolescentes y jóvenes que asumieron el acompañamiento escolar, así como otros miles de voluntarios se movilizaban con el mismo propósito en los barrios urbanos.

Cuando la educación formal en las II.EE. se vio interrumpida, en las comunidades florecieron muchas respuestas, en algunos casos con la activa participación docente. En la comunalidad, organizaciones y pueblos originarios desplegaron otras culturas educativas, como diría, el maestro Grimaldo Rengifo y con ello nuevos currículos en escenarios de comunidad: la salud en base a las plantas, la alimentación saludable, el cuidado del cuerpo, las señas, las técnicas agropecuarias, etcétera.

Nuevas educación-es

¿De qué manera nos está interpelando estas realidades y esta situación de precariedad en la incertidumbre? ¿Acaso es posible volver a la misma escuela que proyecta homogeneizadoramente una infancia y una juventud limitadamente viable? Sabemos bien que los tránsitos por la educación básica durante 14 años no aseguran a los egresados el ingreso a la educación superior ni a un empleo remunerado.

También sabemos que muchas instituciones educativas mantienen prácticas de violencia y autoritarismo; muchos maestros transmiten a sus estudiantes la vergüenza de usar ropas típicas, hablar sus lenguas originarias o mantener sus prácticas culturales y junto con eso aflora el miedo. Estos sentimientos se han perpetuado, no solo a través de la escuela, sino también a través de los medios de comunicación y otros servicios públicos.

Asimismo, es importante mencionar que las tecnologías de la información u comunicación (TIC) se han convertido en una fuente para la educación, pero también generan espacios para la participación pese a todas las limitaciones en el acceso a la estrategia Aprendo en Casa. No obstante, volver a la presencialidad o a la semi presencialidad, sigue siendo el desafío en un contexto distinto que nos invita a replantear el vínculo escuela-familia-comunidad que permita en cada caso resolver qué aprender y cómo aprender en interculturalidad, entendida no solo como un principio o un proyecto, sino como una urgencia que hay que atender. Años atrás del Proyecto Andino de Tecnologías Campesinas (PRATEC), desde la experiencia con los pueblos originarios nos señaló un nuevo camino para la educación con el Iskay Yachay (los dos saberes) y la escuela amable criadora de la vida y criada por la comunidad bajo un proyecto de sociedad que tiene como horizonte de sentido la vida misma.

En un futuro cercano, debieran ser los pueblos los que den sentido, forma y color a su propia educación con autonomía y en respuesta a las demandas de las niñas, niños y adolescentes sin perder sus raíces y con un sinfín de ventanas que les permitan aproximarse a todos los mundos posibles. En ese camino, Tarea puede contribuir en procesos de fundación/refundación de nuevas escuelas rurales del siglo XX, lejos del formato heredado de la escuela europea del siglo XVIII; y así como en otras etapas de la historia de la educación, esta se renovará desde la experiencia.
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Escribe: Rossana Mendoza. Investigadora en temas de infancia y juventudes