Diagnóstico sobre situaciones de riesgo: Voces de las y los estudiantes

El inicio del año escolar 2023, por un lado, supuso un escenario de alegría, reencuentro y calor humano e interacción de los procesos pedagógicos. Por otro lado, también se encontraron dificultades en las y los estudiantes, especialmente en el aspecto de aprendizajes y en la salud socioemocional.

Teniendo en cuenta este escenario es que los colegios que forman parte del Programa Horizontes aplicaron la ‘’herramienta de recojo de información de habilidades socioemocionales (HSE) y factores de riesgo’’ del Kit de bienestar socioemocional, promovida por el Ministerio de Educación (Minedu); que permitió conocer el nivel de desarrollo de las habilidades socioemocionales en las y los estudiantes de secundaria.

Con la herramienta aplicada, se recogieron en total las voces de 910 estudiantes. Como resultado, se obtuvieron los siguientes datos importantes.

A nivel de indicadores en habilidades socioemocionales, los resultados indican que han desarrollado de manera satisfactoria habilidades intrapersonales como:

–          Autoconcepto: las y los estudiantes reconocen con claridad características personales físicas, sociales, emocionales y académicas, y son conscientes de que tienen aspectos por mejorar.

–          Conciencia emocional: tienen capacidad para poder nombrar y diferenciar sus emociones, explicando sus causas y consecuencias; entendiendo también que sus emociones pueden afectar su comportamiento.

–          Creatividad: tienen capacidad para generar proyectos novedosos para mejorar algo existente y buscar alternativas de solución frente a un problema.

–          Toma de decisiones responsables: las y los estudiantes identifican opciones, posibles riesgos, consecuencias antes de tomar una decisión, ya que toman en cuenta su bienestar personal y su entorno.

En relación a habilidades interpersonales las y los estudiantes han desarrollado de manera satisfactoria habilidades como:

–          Trabajo en equipo: son capaces de trabajar de manera conjunta para el logro de un objetivo, tomando en cuenta las opiniones de sus compañeras/os y delegando tareas que aporten al equipo.

–          Empatía: tienen la capacidad para comprender los sentimientos y emociones de sus compañeras/os, entendiendo la situación que atraviesan y brindarles apoyo.

–          Resolución de conflictos: comprenden e intervienen frente a una situación conflictiva o desacuerdo de manera pacífica y sin uso de la violencia.

Los resultados indican que las y los estudiantes han desarrollado habilidades personales e interpersonales que contribuyen a su bienestar integral, pues les permite conocerse y entenderse, mostrar respeto, expresar y comprender puntos de vistas diferentes, tener iniciativa, sentir empatía y construir relaciones positivas, lo cual les ayuda a construir un proyecto de vida libre de riesgos.

Sin embargo, hay otras habilidades personales que están en proceso de desarrollo en las y los estudiantes:

–          Autoestima: aún tienen dificultades para sentirse satisfechos consigo mismos, para aceptarse y les cuesta reconocer sus cualidades positivas.

–          Autocuidado: les cuesta poner en práctica hábitos saludables y les es difícil identificar situaciones que pueden poner en riesgo su salud emocional.

–          Regulación emocional: tienen dificultades para expresar y gestionar sus emociones de manera adecuada, llegando a actuar a veces de manera impulsiva.

Por otro lado, las habilidades interpersonales de las y los estudiantes que están en proceso de desarrollo son las siguientes:

–          Comunicación asertiva: tienen dificultades para comunicar de forma clara y respetuosa aquellas situaciones que les incomoda, a veces suelen hacerlo de manera impulsiva y en algunos casos prefieren quedarse calladas/os.

–          Conciencia social: frente a temas o problemáticas de la comunidad, tienen dificultades para reconocer y comprender las causas y consecuencias, y muchas veces prefieren no inmiscuirse.

–          Comportamiento prosocial: todavía les es difícil ayudar a los demás sin que alguien lo solicite, se percibe dificultad para reconocer las diferencias y valorar la diversidad.

En conclusión podemos señalar que hay habilidades socioemocionales que necesitan reforzarse en las y los estudiantes.

A nivel de indicadores de factores de riesgo, los resultados mostraron que las y los estudiantes presentan “riesgo moderado”. Mediante una ficha de identificación se registró otros factores de riesgo que no estaban incluidas en el kit. Es así que podemos señalar factores de riesgo en tres ámbitos: individual, familiar y escolar.

A nivel individual, las y los estudiantes presentan bajo nivel de autoestima y autocuidado, poca confianza con sus padres, consumo de alcohol, autolesiones, embarazo adolescente, impulsividad, trabajo adolescente y dificultades para comunicarse.

En el caso del trabajo adolescente, sienten la necesidad de trabajar para aportar a la economía familiar, lo cual les afecta porque se sienten cansados y descuidan sus estudios.

A nivel familiar, se identificó padres autoritarios o sobreprotectores, con dificultades para comprender el desarrollo adolescente, poca comunicación y apoyo, son hogares poco afectivos y protectores. Asimismo, provienen de familias con pocos recursos económicos.

A nivel escolar, las y los estudiantes tienen poca información sobre educación sexual integral y los riesgos vinculados a su sexualidad, siguen latentes los estereotipos de género en relación a ideas de superioridad física, creencia de que las mujeres son las encargadas del hogar y en algunos casos se normaliza la violencia verbal dentro del enamoramiento, hay casos de bullying y discriminación.

Con respecto, al ausentismo escolar, algunos estudiantes faltan a la institución educativa a pesar del acompañamiento y seguimiento, convirtiéndose en estudiantes intermitentes, a ello se suma la prioridad por trabajar. Tampoco cuentan con un proyecto de vida claro, es decir, se sienten confundidos e indecisos.

Estos factores de riesgo identificados, por un lado, permiten tener una visión respecto a las diversas condiciones que presentan las y los estudiantes; por otro lado, posibilitan realizar acciones preventivas acorde a las problemáticas identificadas y brindar atención y acompañamiento a estudiantes en “alto riesgo”.

A fin de contribuir al desarrollo integral de las y los estudiantes, mejorar su calidad de vida y estado emocional, urge desarrollar estrategias que fortalezcan las capacidades docentes para que valoren y reconozcan su rol en el desarrollo socioafectivo de sus estudiantes; promuevan la participación estudiantil y tengan espacios de sensibilización en temas como la violencia, educación sexual integral, consumo de alcohol y otras situaciones de riesgo.

Sin embargo, como punto de partida es importante que se trabaje y fortalezcan las habilidades socioemocionales en maestras y maestros ya que no se puede enseñar solo desde la teoría, sino desde la experiencia y la práctica.

Desde Tutoría y Orientación Educativa (TOE), es importante promover la tutoría grupal para el desarrollo de habilidades socioemocionales (autoestima, autocuidado, regulación emocional, comunicación asertiva, proyecto de vida). Es fundamental fortalecer la capacidad de resiliencia de cada estudiante para que puedan enfrentar las situaciones de riesgo y tengan claridad en la construcción y logro de sus proyectos de vida.

Sin embargo en el fortalecimiento de las habilidades socioemocionales debe involucrase toda la comunidad educativa y cada actor debe jugar un rol importante, por ejemplo el personal de servicio debe recibir a los estudiantes con afecto, los patios de la escuela deben ser espacios seguros, maestras y maestros de las diversas áreas deben incluir en su práctica pedagógicas trabajos grupales, la comunicación asertiva, la empatía, promover la participación estudiantil, etcétera.

Por otro lado, frente a casos de riesgo identificados es importante el desarrollo de la tutoría individual, brindar acompañamiento psicológico para que las y los estudiantes se sientan escuchados y acompañados emocionalmente. Ayudarlos a encontrar sus habilidades y recursos para hacer frente situaciones de riesgo y puedan tomar decisiones que favorezcan su bienestar físico y emocional, como fortalecer su autoestima y puedan continuar sus estudios.

También, es importante la implementación de protocolos para poner en práctica la ruta de protección ante las diferentes situaciones de riesgo y que tanto directores/as como docentes tengan una manera más clara de atención, intervención y derivación.

Además, es indispensable el trabajo con las familias para fortalecer sus habilidades parentales y sean conscientes de las necesidades de orientación de su hija o hijo en temas de acompañamiento socioafectivo y soporte socioemocional y factores de riesgo.

Finalmente, es esencial impulsar la participación estudiantil, protección e inclusión de las y los adolescentes en el ejercicio de sus derechos al bienestar integral y la protección interinstitucional frente a los diversos factores de riesgo que limitan su desarrollo integral y su trayectoria educativa.

Para ello, es necesario contar con un directorio de las instituciones de la comunidad que contenga los datos de las personas de contacto (Centros de Salud Mental Comunitaria, Centros de Emergencia Mujer, juez de paz, establecimientos de salud, serenazgos y comisarías, autoridades etcétera), para articular acciones preventivas y para la derivación y seguimiento de estudiantes que presenten situaciones de riesgo.

Recordemos que un trabajo articulado y donde los actores muestren compromiso garantiza la protección integral de las y los estudiantes.

Escribe: Ruth Palomino, sicóloga de Tarea en Ayacucho

tareainforma 251