A propósito de un nuevo año escolar
No hace mucho se inició un nuevo año escolar y como cada año, la rueda de las expectativas, necesidades y demandas se puso en marcha al compás de un péndulo que fluctúa entre la esperanza y la frustración, sin mediar entre ambas distancias un punto medio que nos permita situar la mirada en lo avanzado y avizorar, al mismo tiempo, lo que queda por transitar siendo este quizás, el punto más desafiante y crítico. Coincidentemente, este nuevo giro en la rueda educativa trae consigo también el inicio de una nueva gestión en el Ministerio de Educación (Minedu) y como cada nuevo ciclo este viene acompañado de un renovado entusiasmo para perseverar en la lucha contra la desigualdad y por una educación equitativa y de calidad para niñas, niños, adolescentes y adultos del país.
Si asumimos como cierta la relación entre lo macro (la planificación y gestión del sistema educativo) y lo micro (La planificación y gestión de las instituciones educativas) podríamos deducir la correspondencia entre ambas instancias de gestión y por tanto el impacto directo de la toma de decisiones, intervenciones y normativa a nivel central sobre la dinámica, gestión y resultados de las instituciones educativas (II.EE.).
No obstante, la realidad nos revela un contexto en el cual la distancia que separa el nivel central del día a día de las instituciones educativas en los diversos territorios del país es todavía bastante considerable. De ello se desprende una agenda que tiene como horizonte el corto y mediano plazo y que debería tener como prioridad la disminución de la distancia entre la normativa y la realidad de las escuelas sobre todo las escuelas rurales del país, el cierre de brechas entre lo público y privado, lo urbano–rural, entre instituciones de excelencia y otras que se debaten en la más honda precariedad.
De esta manera el Buen inicio del año escolar trascendiendo el cumplimiento de metas físicas: actualización de instrumentos de gestión, mantenimiento y acondicionamiento de locales y mobiliario, reporte de necesidad de personal, etc. actividades sin duda muy importantes que buscan garantizar las condiciones para el año escolar en las II.EE. del país, debería generar también la oportunidad para poder asumir un conjunto de desafíos tanto a nivel central como en las propias instituciones educativas, como: el fortalecimiento del liderazgo pedagógico de directores y docentes, el fortalecimiento de la autonomía de la escuela como primera instancia de gestión educativa descentralizada, el reconocimiento de las realidades diversas que deben afrontar los maestros según las particularidades regionales, la centralidad de lo pedagógico y los aprendizajes en la escuela, el afianzamiento de la meritocracia y la carrera pública, el fortalecimiento de la formación inicial docente y en servicio con calidad y pertinencia, el desarrollo de políticas de incentivos no monetarios, etc.
Si bien es cierto no existen recetas únicas, desde diversos espacios y actores existe coincidencia en el reconocimiento de los docentes como elemento clave de cualquier reforma educativa, en ese sentido es vital recuperar el valor de la carrera docente, para ello es necesario el desarrollo de una propuesta sistémica de formación docente inicial y de formación en servicio, políticas de incentivos y rendición de cuentas sobre resultados de aprendizaje.
Por otro lado, volviendo a la relación entre lo micro y lo macro. Uno de los principales problemas en el país es la corrupción, esta afecta nuestras posibilidades de desarrollo, limita las oportunidades de niñas, niños y adolescentes, distorsiona los fundamentos básicos de la ciudadanía y alimenta de manera velada la discriminación y exclusión. En el día a día se cimenta en las escuelas el individualismo sobre el bien común así como la incredulidad entre los estudiantes sobre la posibilidad de una sociedad y país distinto. La lucha contra la corrupción en todos las instancias y niveles del sistema educativo debería ser la bandera más visible en este nuevo año escolar.
Finalmente, el desafió del cierre de brechas demanda además afianzar el rol rector de Minedu pero también la necesidad de fortalecer la gestión educativa descentralizada, encarar las desigualdades educativas a partir del fortalecimiento de la escuela pública como escenario y oportunidad de construcción de igualdad de oportunidades y de una ciudadanía intercultural respetuosa de lo diverso en el marco de un proyecto de país.
Escribe: Martin Moya Delgado. Antropólogo, consultor en gestión descentralizada, interculturalidad y políticas educativas para ámbitos rurales