Tormentas en zonas altoandinas afectan conectividad y educación remota

Han transcurrido varios meses de la aplicación del modelo de educación escolar a distancia, semana a semana, hemos aprendido, experimentado y hasta padecido, los diversos aspectos que se requieren mejorar y superar en nuestras regiones y localidades, para hacer posible la educación escolar no presencial. Después de todo este tiempo, estamos en mejor condición para continuar con este reto, o mejor dicho para comenzar a ver la educación remota como un medio y como una herramienta para la educación del futuro en nuestro país. Pero esto, aún necesita una comprensión más exhaustiva de las necesidades locales de nuestras niñas y niños, de las y los jóvenes y docentes, especialmente en las escuelas de las comunidades de los ámbitos rurales, de lo contrario cualquier anhelo genuino, sonara como promesa de político.

La aplicación del programa aprendo en casa, en nuestros ámbitos rurales, como hemos podido experimentar en estas 30 semanas, depende completamente de la cobertura de la radio y especialmente de la telefonía celular, debido a que tanto el internet, como la televisión, aun requieren mayor y mejor infraestructura. Y es precisamente, estos dos medios de telecomunicación (radio y telefonía) que ahora se ven amenazados por las condiciones y fenómenos atmosféricos propios de esta época del año en nuestra región: las tormentas eléctricas.

La tormenta eléctrica es un fenómeno natural, complejo y dinámico, que se inicia en las explosiones solares y llega a nuestra ionosfera, la cual la distribuye. Esta carga que se va acumulando será equilibrada a través de tormentas dirigidas hacia la tierra. Las tormentas eléctricas, siempre se darán en una época del año determinada y probablemente se incrementen, en frecuencia e intensidad, según señalan los científicos especializados en el tema, debido al cambio climático.

En contextos con estos fenómenos naturales existen escuelas, como por ejemplo la Institución educativa N° 501096 de Paucarccoto, ubicada en el distrito de Chinchaypujio, provincia de Anta de la región Cusco. Esta como muchas otras instituciones de la región andina, se encuentra entre los 3000 y 4200 msnm, lugar donde las tormentas eléctricas son intensas y frecuentes, durante estos meses del año. Las tormentas eléctricas no sólo son un problema para las telecomunicaciones, sino que representan un peligro para la vida de los moradores y quizás ahora, que el programa “Aprendo en casa” depende de estos medios de comunicación -los cuales serán afectados-, se ponga mayor atención a este problema que ha sido permanente en estas zonas.

A inicios de este año se han reportado 13 muertes por impacto de rayos en la región del Cusco, según los reportes oficiales, y esto mismo pasa todos los años, sin que las autoridades hagan algo significativo para evitarlo. El Perú se ubica en el tercer lugar en Latinoamérica con muertes por rayos y tormentas eléctricas, un problema que amenaza cada año la vida de pobladores andinos y que en la última década, no ha generado ni un “comando” de respuesta.

Frente a esto, en el ámbito educativo, lo urgente seria otorgar a las UGEL la autonomía necesaria para la adaptación de horarios de trabajo escolar y priorizar y diversificar las actividades académicas en las escuelas, ya que son los docentes y los funcionarios locales quienes conocen mejor esta realidad y pueden dar una primera respuesta. Esta, es una buena oportunidad para que el estado, pueda mostrar un gesto descentralizador y dotar de condiciones y confianza, para que las UGEL, busquen soluciones conjuntas para esta amenaza de perdida de conectividad, no solo para el programa “Aprendo en casa” sino para afrontar este problema de los truenos, que afectan las actividades de la educación escolar todos los años.

Otra cosa, será ver este problema de las tormentas eléctricas en las comunidades alto andinas en un ámbito más extenso y vinculado a todas las actividades (productivas, sociales, culturales, etc.). Quizás una docena de muertes por impacto de rayo cada año, no sea motivo de alarma para algunos políticos o funcionarios (y menos si son de comunidades alto andinas) pero debemos enfatizar que esta estadística se lee de otra manera; más de 4700 personas en Chinchaypujio o más de 13,600 personas en Livitaca, así como en otras regiones, están amenazados por el impacto del rayo.

En los años y en las décadas pasadas, el esfuerzo de docentes que viajan, que caminan durante horas para llegar a sus escuelas, que dejan a sus familias y pasan penurias, nos muestra algo que debemos reconocer. En todos los ámbitos rurales y especialmente en las zonas alto andinas, no solo los docentes, sino también, niñas y niños, jóvenes, madres y padres de familia, han caminado y caminan durante horas para llegar a su escuela, todos los días de cada año escolar. Ahora con el programa “Aprendo en casa” no ha sido diferente, esta vez han tenido que caminar cuesta arriba, hacia los cerros en busca de señal de radio y de internet para sus celulares, esto es algo que necesitamos valorar y en alguna medida compensar. Y es en esta coyuntura, que surge esta amenaza de los rayos, pensamos entonces que es una oportunidad de tomar este tema con mayor atención.

Estos fenómenos naturales deberían ser estudiados desde la escuela y también con las comunidades, junto a medidas de prevención que implementen los gobiernos locales y regionales. Este es un reto que necesitamos abordar de manera conjunta y estratégica, para preservar la vida, y realizar todas las actividades, al ritmo de las condiciones del entorno altoandino, según indica la Pachamama.

Escribe: Profesor Jesús Rios Mencia, Tarea en Cusco

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