¿La EIB contra la EIB? ¿Cómo avanzar hacia un Perú intercultural sin derechos educativos, culturales y lingüísticos para todos y todas?

Agradezco a la Tarea Asociación Publicaciones Educativas por haberme pedido este breve artículo que escribo con el más profundo respeto por mis hermanos indígenas cuya sangre, memoria y herencia defiendo como propia, y también con el mismo respeto por quienes han hecho de la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) una opción personal para mejorar la vida de peruanas y peruanos. Hago clara la diferencia entre estos últimos y aquellas/os que han usado la EIB para llenarse los bolsillos y vivir discurseando por pasillos del Ministerio de Educación (Minedu) y del mundo académico magisterial derechos que en la práctica no viven, no defienden, no sienten, ni comparten.

La EIB en el país tiene más de 50 años de implementación, sin embargo, con diversos matices y acentos que bien desarrolla y describen Virginia Zavala y Lucy Trapnell[1] en el artículo publicado por la colección de la Derrama Magisterial en su serie de Historia de la Educación tomo 14. En este breve artículo no pretendemos dar cuenta de ese largo y complejo proceso, solo intentaremos dar cuenta del momento actual de la EIB como política pública.

Un elemento clave a distinguir en el proceso de la EIB en el Perú es la voluntad del Estado y la voluntad de la sociedad civil organizada. Estas voluntades no siempre se han encontrado, a veces se han complementado y otras veces se han enfrentado.

Otro factor para comprender los matices y actuales conflictos en la EIB son las voces pedagógicas autorizadas para hablar del tema, nos referimos a maestras/os, lingüistas, antropólogas/os, gestores culturales, gestores educativos, gestores públicos, hablantes de lenguas, jóvenes, líderes indígenas (hombres y mujeres), pueblo afroperuano y a cada uno de ellos debemos agregarles una particularidad, más cuando su voz es desde una comunidad o región o desde la gran Lima, porque el territorio nos marca y condiciona nuestra mirada.

Plasmar una EIB de consenso con tantas miradas es todo un reto, pero nos preguntamos ¿Es viable construir una voz única para la EIB? ¿Es acaso un propósito necesario? ¿Por qué todos los peruanos y las peruanas debemos estar en este tema de un mismo lado?

Nos centraremos en un aspecto de la EIB que es la definición del horizonte de futuro desde el Estado para esta ya aprobada y vigente política nacional de Educación Intercultural para todos y EIB desde el 2016 y vigente según las normas del sector hasta el 2026.

En el siglo XXI el Perú como parte de un proceso mundial de afirmaciones de identidades culturales, procesos sociales se visibilizarían a los pueblos indígenas (PPII) y marcos normativos favorables para estas minorías y en algunos casos mayorías, encontramos mejores condiciones para consolidar esta apuesta por una educación, tanto en el Perú como en otras regiones latinoamericanas.

Lamentablemente, en los últimos años este proceso se fue debilitando al punto que en la actual gestión casi está involucionando casi a donde nos encontrábamos al inicio del siglo. El mundo y ciertos órganos internacionales nos han dado elementos de claridad para abordar la diversidad cultural en la escuela y en todas las escuelas no solo en algunas. Tenemos claridad sobre cómo desarrollar escuelas interculturales en todos los contextos y niveles incluso se ha alcanzado este término para políticas comerciales y de entendimiento global.

Además, en el Perú el 2010 se creó el Viceministerio de Interculturalidad para asegurar que la agenda de los PPII donde también se cuenta la educación tenga un norte definido por los mismos pueblos. Lamentablemente el sector educación desde el 2015 que se definió la política de transversalización de la interculturalidad en la gestión pública, no ha logrado avanzar nada en el tema porque su personal sobre todo de la secretaria general o de planificación estratégica no logra contar con personal calificado para tan importante tarea.

Nos tomó como país, casi 180 años incluir en una Ley General de Educación a la interculturalidad como principio educativo y a la EIB como una forma de atención. Se tuvo que batallar y superar sendos debates casi medievales durante décadas, sobre los derechos educativos de los millones de peruanos hablantes de lenguas originarias a quienes se fue silenciando con modelos castellanizantes y políticas educativas centradas en un modelo “criollo” que nunca se preocupó por entender la riqueza de nuestra diversidad cultural, lingüística y territorial.

La EIB desde la década del 70 del siglo pasado se fue definiendo y aclarando desde las regiones y apuestas de la academia, organizaciones indígenas, maestras y maestros. Pongo énfasis en esta construcción participativa, que logró entre el 2002 y 2016 concretar sus iniciativas, luchas, con grandes aliados como la Defensoría del Pueblo[2] o el Tribunal Constitucional, en medio de persecuciones, algunas incluso con muertes y violencia de por medio.

En este proceso se plasmó en recursos y documentos formales una visión para la educación el 2016 que conocemos como Política Nacional de Educación Intercultural y Educación Intercultural bilingüe al 2026. Documento que lamentablemente malas gestiones posteriores no pudieron consolidar ni implementar siquiera en un 40 %.

Si asumimos que la EIT (interculturalidad para todos) corresponde el 50 % y lo EIB el 50 % debemos decir que esos 40 % corresponde al 38 % de avance en EIB sin secundaria, sin EIB urbana y sin educación superior ni gestión educativa EIB, y el 2 % a los avances en Educación intercultural para todos y todas.

Se puede leer el balance que presentó la Dirección de Educación Intercultural Bilingüe (DEIB) en mayo del 2022 donde se da cuenta de una atención en materiales, recursos para la EIB de fortalecimiento pero casi nada en materia de brecha docente EIB y menos aún en zonas urbanas donde según los datos del último censo 2017 se encuentran millones de niñas, niños y adolescentes indígenas sufriendo procesos de discriminación, desarraigo y castellanización feroz en la educación pública y más aún en las diversas expresiones de educación privada.

Estamos 2022, luego de “celebrar” 200 años de un modelo político que les negó intencionalmente voz y participación a los pueblos indígenas de la costa, la sierra y la selva y una educación al servicio de ese modelo. Celebración que muchos esperamos podría ser el inicio de una refundación del Perú en materia educativa luego de que el 2017 casi el 30 % de peruanas y peruanos respondimos en los Censos Nacionales, a la pregunta de autoidentificación, que nos consideramos parte de un pueblo indígena o afroperuano y en un país que ha recibido en los últimos 5 años más de 1,5 millones de ciudadanos extranjeros, principalmente venezolanos, colombianos, cubanos o haitianos.

Esta diversidad afirmada y evidente, que debió consolidar el modelo EIB en todas sus formas y universalizarse sin mayores discusiones hoy se encuentra en un peligroso frente de contradicciones donde escuchamos y leemos a sus directivos, con voces indígenas y discursos culturalistas que la EIB no puede seguir como estaba antes, que lo avanzado debe adecuarse a la demanda de los pueblos, pero este discurso no es más que el encubrimiento de una voluntad de un grupo magisterial que intenta seguir copando plazas para seguir mercantilizando la educación pública.

A esta voluntad anti EIB se suma la otra masa de educadores que desde la mirada más liberal y privada ve a los PPII y sus luchas territoriales como un estorbo para sus intereses económicos y por ello dice “no es bueno fortalecer su identidad y derechos por lo tanto no se deben asegurar recursos para la EIB en secundaria o las universidades, solo inicial y primaria para quedar bien con ciertas tendencias globales”, y así entre frentes que solo piensan en lo económico, los más afectados son los millones de niñas, niños y adolescentes que esperan desde la educación cambiar sus condiciones socio económicas y sus luchas como pueblos originarios, afroperuanos o mestizos.

Entre los meses de Abril y Agosto me tocó acompañar a un equipo de la Dirección General de Educación Básica Alternativa, Intercultural Bilingüe y de Servicios Educativos en el Ámbito Rural (DIGEIBIRA) en el procesos de revisión y actualización de esta política del 2016 y logramos consensuar que lo avanzado entre el 2019 y 2021 era deficiente en varios aspectos claves en el contexto actual como es la gestión educativa intercultural y bilingüe, la atención al pueblo afroperuano y una atención adecuada a la brecha docente, a la secundaria EIB y la una EIB que llegue a todas las regiones y modalidades, siempre desde un horizonte de diálogo intercultural transformador y con competencias interculturales para todas y todos.

Lamentablemente, estos acuerdos que se fueron construyendo al parecer no atendían la agenda de cierto grupillo de maestros y autoridades educativas que no creen en la EIB que vienen de regiones, que se autoidentifican con algunos colectivos de hablantes pero que lo que buscan es solo lucrar y copar el poder.

Este proceso se detuvo a pesar de existir un documento expreso del actual ministro a la PCM pidiendo su priorización. El actual equipo de gestión de la DIGEIBIRA que debería ser el primer llamado a transparentar competencias interculturales, es el que más carece de ellas y además las desconoce. Hoy la EIB se enfrenta consigo mismo por la lamentable precarización de argumentos que debilitan conceptual y metodológicamente lo que se intentó retomar.

Hoy la EIB, como política pública, es presa de sus propias contradicciones y es el momento que desde la sociedad civil se haga una vigilancia ciudadana más propositiva y se formulen alternativas viables desde regiones para avanzar en estos temas tan importantes para la calidad de la educación y sobre todo por el derechos educativos de niñas, niños y adolescentes.

Debemos dar cuenta como sociedad que hemos aprendido de estos 200 años de negación y marchemos juntos hacia una educación intercultural y bilingüe para todos, sin imposiciones de nadie sino con una apertura diáfana en la certeza de que todos en este país, TODOS necesitamos reencontrarnos desde nuestra diversidad.


[1]Derrama Magisterial (2013) Dilemas Educativos ante la Diversidad siglos XX -XXI. Lucy Trapnell y Virginia Zavala.
[2] Informes Defensoriales 152 (2011), 174 (2016)

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tareainforma 242

Escribe: José Antonio Vásquez Medina, docente y gestor intercultural