En conversatorio convocado por Tarea y Red de Educadores de EBA-Lima Metropolitana. Reflexionan sobre el autocuidado de la salud emocional con enfoque de género

La complejidad del ejercicio docente implica la atención integral de las y los estudiantes como condición fundamental para lograr aprendizajes. Por lo general, en tiempos “normales” el soporte emocional que brindan las y los docentes de manera permanente pasa desapercibido, incluso para quienes se benefician de éste. No obstante, cuando se pregunta ¿qué recuerdas de tus maestros? muchos evocan con gratitud los gestos y palabras que les ayudaron a vencer obstáculos, a seguir adelante para lograr sus metas, a ganar seguridad en sí mismos y sentirse capaces de avanzar en la vida.

En el actual contexto de pandemia y de educación remota, la necesidad de soporte emocional para las y los estudiantes y sus familias ha pasado al primer plano de las demandas a las y los docentes, ya que en momentos extremos como el que vivimos la salud emocional se ve afectada por el temor, la enfermedad o la pérdida de seres queridos, y son las maestras y los maestros quienes están más próximos a niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos para escucharlos y encontrar las mejores formas de ayudarlos.

Sin embargo, esta tarea educativa y social, tan necesaria y valiosa que están cumpliendo miles de docentes a nivel nacional afecta su salud emocional, pues añade tensiones y preocupaciones a las vividas en sus propias familias durante este largo período de emergencia sanitaria. Por ello nos preguntarnos: ¿Cómo cuidar nuestra propia salud emocional? ¿Cómo vivir y expresar nuestras emociones de manera saludable? ¿Hay diferencias en el autocuidado de la salud emocional según el género?

A fin de seguir aprendiendo y reflexionando sobre la importancia del cuidado de nuestra salud emocional, el sábado 3 de octubre realizamos el Conversatorio virtual “Autocuidado de la salud emocional con enfoque de género” dirigido a docentes de la modalidad de Educación Básica Alterativa.

Invitamos a la magister Diana Bermúdez Sokolich, psicóloga clínica, quien planteó que el autocuidado y bienestar consisten en la “Toma de conciencia de las prácticas necesarias para el conocimiento de sí mismo, atendiendo los mensajes de nuestro cuerpo, reconociendo emociones, identificando ideas negativas, fortaleciendo la autoestima, reconociendo los estresores presentes en nuestro trabajo, tanto como la capacidad de resiliencia, las fuentes de soporte emocional y espacios de descanso y recarga de energía psíquica. (Dughi, 2003).”

Así mismo, precisó que “el estado emocional en este tiempo de pandemia presenta signos y síntomas diversos por género. Si bien es general la presencia de malestar que se expresa en el cuerpo, los pensamientos, las emociones y conductas, se pueden observar algunas diferencias. Las mujeres presentamos más ansiedad, depresión, irritabilidad, dolores de cuerpo. Los hombres presentan más problemas de adicciones, y en el manejo de la ira.” Estas diferencias se pueden asociar con las formas de socialización y mandatos de género que reciben hombres y mujeres y que también se expresan en las distintas formas de respuesta ante situaciones prolongadas de incertidumbre y temor como la que estamos viviendo. Además, en la mayoría de casos, los roles de cuidado y atención a la familia se siguen considerando roles femeninos, lo cual genera mayor presión en las mujeres adultas, adolescentes e incluso niñas. Esta situación debería ayudarnos a tomar conciencia de las condiciones de desigualdad de género como causa de múltiples formas de daño y aprender a compartir roles y tareas que nos ayuden a, a hombres y mujeres, como personas.

Afirmó la importancia del autoconocimiento para lograr el bienestar personal y así ayudar a otros. En tal sentido, alertó sobre la necesidad de “La práctica del autocuidado, a través de la toma de conciencia de lo que nos daña, así como lo que nos sana”. Recomendó “incorporar a la vida cotidiana diversas técnicas que alivian la tensión y nos conectan con la creatividad, el placer y la apertura a otros modos de enfocar la vida y solucionar los problemas”, por ejemplo ejercicios de relajación, meditación, danza, artes expresivas, juego, grupos de apoyo.

Por su parte, las y los colegas participaron formulando preguntas y comentarios a nuestra invitada, valorando la importancia propia de esta dimensión humana que debemos cuidar, sobre todo en el actual contexto en que se agudizan factores de riesgo. Por ejemplo, cuidar el tiempo de descanso, de sueño y recreación, o se corre el riesgo de enfermarse, estresarse y hasta caer en depresión, perjudicando la propia salud y afectando la atención de las y los estudiantes.

A seis meses de educación remota, que nos sorprendió pero fue asumida de la mejor manera posible mostrando gran capacidad de resiliencia, creatividad y muy buena disposición de las y los docentes para atender a sus estudiantes, es necesario reconocer los estresores que las nuevas condiciones laborales traen consigo. Por ejemplo, el incremento de horas laborales diarias, la permanente tensión por mantener el contacto y la motivación de estudiantes y familias, el esfuerzo por aprender a utilizar nuevos recursos digitales, y la elaboración de informes. En atención al cuidado de la salud emocional de las y los docentes es fundamental que las autoridades educativas y los propios docentes revisen y prioricen las tareas pedagógicas en relación a las tareas administrativas, regulando el tiempo que demanda para evitar el agotamiento físico y mental por falta de sueño y descanso.

Conviene precisar que, si bien el cuidado de la salud emocional y física compromete la responsabilidad personal y familiar, corresponde al Estado garantizar el derecho a la salud integral de sus ciudadanas y ciudadanos, en estrecha relación con los derechos a la educación, al trabajo, a una vivienda digna, como corresponde a una sociedad realmente democrática.

En tal sentido, el Proyecto Educativo Nacional al 2036: el desafío de la ciudadanía plena, reconoce la importancia de la salud emocional en la formación de las personas y para la vida armoniosa en sociedad. Precisamente el propósito 3 de la educación peruana establece: “Bienestar socioemocional. La educación nos habilita para conocernos y valorarnos entre nosotros mismos, autorregular nuestras emociones y comportamientos, establecer relaciones humanas sanas, identificar propósitos y sentido en lo que hacemos y lidiar con retos diversos, tanto para alcanzar nuestro desarrollo personal como para la convivencia. Asimismo, toma en cuenta que la cognición, el estado físico, la emoción y el desarrollo espiritual son aspectos indesligables para desarrollar todo nuestro potencial individual y colectivo.” (CNE, 2020.p. 76). El cuidado de la salud emocional de maestras y maestros es parte de este propósito, empecemos a generar las condiciones más propicias para alcanzarlo.

Escribe: Nora Cépeda, profesora Tarea

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