Revista TAREA

EDITORIAL TAREA N° 67

En los últimos años en el país, hemos realizado grandes esfuerzos por enrumbar la educación. La construcción participativa del Proyecto Educativo Nacional liderada por el Consejo Nacional de Educación, los esfuerzos de los gobiernos regionales y locales que junto a la sociedad civil han elaborado sus Proyectos Educativos Regionales (PER) y Locales (PEL) entre otros, dan cuenta de ello.

Sin embargo, existen condiciones que dificultan esos avances. Son en gran parte decisiones de política pública nacional que se vienen implementando, sin establecimiento y respeto de las prioridades concertadas, expresadas en la asignación del presupuesto y en la gestión de las instituciones públicas.

En materia macro económica el Perú muestra un ritmo de crecimiento inusual, lo cual permite contar con reservas nacionales Las cifras indican que el Perú ha crecido 7,5% anual por dos años consecutivos. Pero esto no se refleja en la calidad de vida de las personas, la macroeconomía es óptima, pero la microeconomía desdice de esos porcentajes positivos. La realidad peruana nos muestra un crecimiento económico sin distribución equitativa del bienestar.

Alcanzar un crecimiento con equidad social exige la asunción de responsabilidades y roles de la sociedad y del Estado. Requerimos un Estado que organice, dirija, lidere y haga efectiva su labor, que asuma su responsabilidad en la redistribución equitativa de los recursos, que intervenga discriminando a los menos favorecidos, no solo mediante programas de “compensación social” sino con “políticas” de desarrollo, justicia y equidad para todos. El papel responsable del Estado es ineludible y necesario para impulsar procesos de cambio urgente para los peruanos que ya se han puesto en marcha: la descentralización, la democratización y la inclusión.

El proceso de descentralización requiere una constante construcción de consensos entre el nivel nacional y regional, en el que tiene que haber una apuesta clara por el fortalecimiento de las capacidades regionales para liderar proyectos de desarrollo de forma democrática. ¿Qué nos ha mostrado el terremoto del 15 de agosto en Ica, Lima y Huancavelica? Lamentablemente hemos visto incapacidad en la gestión pública y corrupción en el Estado. Por el lado de la sociedad, encontramos felizmente, la actitud de la gente y de sus organizaciones que con grandes dificultades emprenden la reconstrucción de sus vidas, de sus pueblos y sus escuelas.

En relación con la democratización de la sociedad peruana, en el campo de la educación, un tema de gran preocupación es el tratamiento al magisterio especialmente en lo referido al camino seguido en el mes de julio cuando una parte del parlamento aprobó la Ley de la Carrera Pública Magisterial. Según la ley deberíamos contar con una propuesta de reglamentación en estos días, sin embargo el debate aún no ha empezado. El país ha aprendido que no es posible llevar adelante una propuesta que involucra de manera directa al magisterio sin su opinión y compromiso. En este número el educador Manuel Paiba alcanza reflexiones que buscan enriquecer y provocar el diálogo.

Necesitamos políticas de inclusión. Pero que, además de estar presentes en todos los discursos se desarrollen a través de medidas concretas, entre ellas, las referidas a la educación intercultural bilingüe (EIB) sobre todo en un país multicultural como el nuestro. Las evaluaciones nacionales no pueden ignorar a esta población aplicando pruebas en castellano sin considerar las diversas lenguas y culturas. Las evaluaciones de ingreso (nota 14 a los ISPP) no pueden pretender que el país es homogéneo, poniendo en riesgo la viabilidad de la EIB. Mientras eso sucede el Perú ha ocupado una vez más los últimos lugares en resultados educativos, al tiempo que siguen anunciándose medidas en política educativa en las que se prescinde de escuchar.

Sin embargo, muchos procesos están en marcha y es posible encontrar en el país un conjunto de reflexiones y experiencias que aportan a la descentralización, a la democratización y a la inclusión. Lo valioso es que desde diversas partes se están construyendo políticas y propuestas que marcan caminos posibles de ejecución, algunas de las cuales compartimos en las siguientes páginas.

Es tiempo de actuar responsablemente, necesitamos un estado con acción profesional y eficiente que podamos medirla en dos indicadores: cuánto los derechos de sus ciudadanos se están concretando, y cuánto los ciudadanos intervienen en las decisiones de gobierno y necesitamos hacerlo con la sociedad en su conjunto, porque aquí todos somos ciudadanos en conquista de nuestra ciudadanía. Este es el espíritu, la lección de historia que impregna las ideas que en este número les entregamos.

Nélida Céspedes Rossel