Revista TAREA
Resultados
Emergencia en educación
Edición 055 - agosto 2003
Politicas Educativas
Señora huelga, señora ley
La huelga del Sutep y sus consecuencias futuras
Repensar a fondo la emergencia
Ley General de Educación, escuela pública de calidad y democracia
PISA ¿Catástrofe u oportunidad?
DECLARACION Comisión de la verdad y Reconciliación
Renovación de la carrera pública magisterial Un necesario proceso de construcción democrática
Criterios de carrera pública magisterial
Experiencias Educativas
Una experiencia de la Red Recrea: vigilancia ciudadana por una educación de calidad
Consejo de Educación de Adultos de América Latina
Pensamiento Pedagógico
La innovación educativa: Un difícil equilibrio
La importancia de la educación para la mejora de los aprendizajes
El valor de los textos en el aprendizaje de los niños
Reseñas
Reseñas
EDITORIAL TAREA Nº 55
En una edición especial del diario El Comercio, publicada en mayo, diversos especialistas analizaron la aguda crisis de la educación peruana. Coincidimos con ellos en que el problema central es el agotamiento del modelo educativo vigente, que resulta excluyente y nos garantiza la calidad en los aprendizajes.
Indicadores de tan grande situación son los resultados de las investigaciones del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación de UNESCO, divulgados en diciembre del 2000. Este estudio arrojo que los niños, niñas y adolescentes peruanos de cuarto de primaria, y de segundo y cuarto de secundaria, muestran pobres resultados de aprendizajes básicos como matemática, lenguaje y ciencias. En esa misma tendencia se ubican los hallazgos de las pruebas CRECER del Ministerios de Educación. Más recientemente, el 11 de julio del presente año, la UNESCO y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicaron los resultados de un sondeo realizado entre los estudiantes de 15 años, en 43 países fundamentalmente europeos y asiáticos. En esta investigación participaron también, Argentina, Brasil, Chile, México y Perú. En cuanto a Latinoamérica, donde se ubica nuestro país quedo demostrado que las políticas sociales, económicas y educativas no aseguran competencias básicas para que los estudiantes se inserten en el mundo de hoy y desarrollen sus potencialidades culturales. Se constató que existe una limitada inversión, que, además, está mal administrada: que los países con mayor inequidad económica y social tienen menores logros; que tanto en la escuela públicas como en la privada existen bajos resultados, a diferencia de naciones como Finlandia, donde hay una mayoritaria inversión en la escuela pública. Los citados informes evidencian que el neoliberalismo es generador de pobreza, desigualdad y baja calidad en la educación.
Si bien se ha declarado en emergencia a la educación, cabe preguntarse: ¿Por qué los indicios mencionados no se aceleran procesos y decisiones para asumir de inmediato, y con creatividad, la grave crisis de la educación peruana?
Con el ánimo de recuperar experiencias exitosas, recordemos que años atrás, nuestro país fue considerado pionero cuando supero el grave problema del cólera. Aunque los términos de la comparación no son similares, valdría la pena identificar si podemos actuar rápidamente frente a la ‘’educación en tiempos del cólera’’. Y lo decimos por lo indignante que resulta que millones de niños y niñas queden rezagados del derecho a una educación de calidad.
Así también, debemos entender la declaratoria de emergencia como una responsabilidad compartida, y de articulación entre escuela y sociedad, lo que exige concreciones profundas y rápidas.
Sobre el Tema ya hemos escuchado varias voces. Desde el parlamento se pronunció el congresista Javier Diez Canseco. Desde el ejecutivo, la presidenta de Consejo de Ministros, doctora Beatriz Merino tuvo la iniciativa de lanzar la declaratoria de emergencia de la Educación en su presentación ante el Congreso de la Republica. En esa oportunidad señalo como elementos orientadores de esa medida, el mejoramiento gradual de los sueldos del magisterio: la prioridad a la educación básica por su cobertura universal y por su importancia estratégica; el énfasis en la formación continua y actualización de los maestros, y la reparación de la infraestructura escolar.
En su discurso del 28 de julio, el presidente Toledo aseguro que para diciembre el ejecutivo contaría con un Programa Nacional de Emergencia Educativa para el 2004, y también promulgo la tan deseada Ley General de Educación. Por su parte, el ministerio del sector anuncio que se adoptara medidas concretas para atender los problemas más urgentes – principalmente, elevar el rendimiento de los escolares – mientras se diseña el Programa Nacional de Emergencia Educativa. Asimismo, adelantó que se reunirá con los directores de las Regiones de Educación.
Entendemos que las salidas al problema requieren miradas de corto, mediano y largo plazo. Pero declarar la educación en emergencia implica poner en marcha un programa que debe comenzar a aplicarse este mismo año. Trasladar la ejecución de medidas concreta hasta diciembre supone el riesgo de que la iniciativa se quede en una declaratoria más.
Se requiere una gran movilización y compromiso ciudadano convocar a los maestros y a las familias peruanas, y a los medios de comunicación, para que recojan y pongan al debate las mejores iniciativas de la sociedad civil y de sectores gubernamentales.
La declaratoria de emergencia de la educación, y las acciones que de ella se deriven no deben estar bajo la exclusiva conducción del estado, aunque, evidentemente, el tema demanda un liderazgo político y profesional del más alto nivel. Se requiere del concurso de diversos actores, de una mirada intersectorial concertada, lo que implica asegurar un pacto social por la educación.
Una situación de emergencia educativa debe privilegiar el desarrollo de un movimiento que apueste por sacar adelante un plan concertado, que ponga en primer lugar de la agenda a los sectores rurales y que incorpore cambios en la manera de enseñar materias fundamentales como lenguaje y razonamiento matemático. Sin embargo, el mejoramiento de la calidad no debe reducirse a diseñar una educación ‘’para pobres’’, con contenidos mínimos. Muchas experiencias han demostrado que los aprendizajes matemáticos, lingüísticos, y de diversas formas de comunicación, no deben desligarse de otros tan valiosos como la ciencia la historia, la educación para los derechos humanos, la ciudadanía y el arte.
Consideramos que las medidas concretas derivadas de la declaratoria de emergencia en la educación deben enmarcarse como el Acuerdo Nacional, el Plan Nacional de Educación para Todos, y el Plan Nacional de la Infancia.
Es fundamental revalorar la carrera docente. En esta coyuntura, el maestro debe asumir con responsabilidad la crisis de la educación peruana y revitalizar los últimos a cuerdos de la huelga magisterial. Se requiere también reafirmar la confianza en los profesores comprometidos.
Un conjunto de experiencias demuestran los esfuerzos creadores de muchos maestros. La innovación en la educación debe ser considerada, entonces, como un componente de las medidas de emergencia. Es necesario también, aclarar el caos generado por la existencia de varios currículos, como ocurre en el nivel secundaria.
Si las medidas que se desprenden de la emergencia educativa no son consideradas en el Presupuesto de la Republica del 2003 y el 2004, estaremos ante otro saludo a la bandera. Si bien sabemos que la calidad educativa no depende solo del financiamiento, este es fundamental, como también lo es el uso eficiente de los recursos.
La Ley General de Educación n.º 28044, promulgada en julio del presente año, debe de ser una herramienta que contribuya a abrir una salida a la crisis, y que abone a la construcción de un nuevo modelo, que asegure la calidad junto a la equidad.
Nélida Céspedes Rossel, directora