Killa Miranda: es urgente la recuperación de aprendizajes y el retorno de estudiantes
Tareainforma conversó con Killa Miranda, ex viceministra de Educación, sobre los desafíos educativos que se deben enfrentar durante el año escolar 2023.
Desde su experiencia y reflexión identifica cuatro aprendizajes que nos dejó la pandemia y que deberíamos aprovechar; así como dos compromisos fundamentales que debemos asumir en el marco del Proyecto Educativo Nacional al 2036, lo cual implica la definición del sentido de la escuela para formar ciudadanas y ciudadanos capaces de construir una sociedad democrática.
Cuatro aprendizajes que nos deja la pandemia
Este año que es completamente presencial o debería serlo, es una oportunidad para no perder lo aprendido y proponernos seriamente superar las debilidades, revertir las dificultades y potenciar las fortalezas. He identificado que en la crisis de la pandemia se han mejorado diversos temas. Por ejemplo, el tema tecnológico. Los maestros aprendieron a la mala y sobre la marcha el uso de recursos tecnológicos, y para responder a la urgencia construyeron diversas estrategias para vincularse con sus estudiantes. Además, a ese cuco que teníamos en la escuela, en el aula y de hecho en la casa —me refiero al celular—, le perdimos el miedo. Para todos fue un salvavidas, ya que construyó relaciones con las y los estudiantes, hecho que jamás habría podido suceder si es que no hubiéramos usado la tecnología.
Creo que se ha construido una mejor relación con las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), se le perdió el miedo y no se la debería dejar como sucede con el cierre de Aprendo en casa. El aprendizaje del uso de la tecnología, que fue tan enriquecedor durante la crisis sanitaria, no se debe perder. Debemos apostar por su democratización.
Un segundo tema. Toda la vida hemos buscado desde la educación fortalecer el vínculo con la familia y con la comunidad. Este vínculo es urgente y necesario, y se dio cuando estuvimos encerrados. En ese período la familia debía instruir a sus hijos, teniendo recursos o no, y no me refiero a recursos económicos, me refiero a los recursos de educación de la misma familia. Sabemos que hay ocho millones de peruanas y peruanos que no han terminado la escuela. Esas peruanas y peruanos tuvieron que hacerse cargo de enseñarles a sus hijas e hijos a leer y escribir, enseñarles matemáticas y una serie de temas. Esa situación generó, obviamente, mejores relaciones entre las familias con el maestro, con la escuela y la comunidad y se generaron estructuras para fortalecerse.
Otro tema es el trabajo individualizado, personalizado, que brindaron maestras y maestros con toda una estrategia diversificada que desarrollaron para atender a sus estudiantes en la enseñanza de la escritura, la comprensión lectora y la matemática básica que nos abren las puertas del conocimiento. Son temas que no podemos dejar de atender, por eso es fundamental el rol del Estado para fortalecer las competencias de maestras y maestros.
Por último, el cuarto tema que quisiera abordar por la urgencia y demanda de estos tiempos, es la necesidad de construir el sentido de la escuela vinculado a la ciudadanía. Para mí es súper importante, es un reto este año entender cuál es el sentido de la escuela. El Proyecto Educativo Nacional al 2036 nos plantea que la escuela forme ciudadanos democráticos que piensen con juicio crítico y que, además, sean sanos física, emocional y mentalmente para tomar decisiones trascendentales por el bien común y el buen vivir en lo personal, profesional, en familia y en comunidad.
La pandemia no ha hecho más que desnudar cuáles eran las situaciones de estrés, maltrato y, violencia que ya teníamos, simplemente destapó la olla. La escuela es un espacio educativo donde lamentablemente se reflejan todas nuestras desgracias, pero también nuestras potencialidades y bondades como ciudadanos, como país, como comunidad. Y el reto es que construyamos el Perú que queremos para todas y todos, un país unido desde su rica diversidad.
Entonces, si tienes docentes, directivos, comunidad educativa a cargo, es necesario cuidar que tengan una contención emocional. Maestras y maestros han demostrado que se han reunido, han conformado su grupo de apoyo, han compartido experiencias. Creo que con esa resiliencia desarrollada tan potente tienen que ayudar a identificar cuáles son las vulnerabilidades con las que llegan las chicas y chicos, en el sentido emocional, y brindarles orientación y soporte social, afectivo y emocional, que les permitirán construir el sentido de la escuela en la búsqueda de la ciudadanía democrática.
Compromiso con la recuperación de los aprendizajes
Si bien hay avances o experiencias bastante positivas, también se han dado algunos retrocesos en cuestión de aprendizajes, especialmente en algunas zonas del país en donde, lamentablemente, la brecha digital ha impedido que niñas, niños y adolescentes puedan tener un aprendizaje real y en algunos casos, se ha generado abandono escolar. No cabe duda que hay brechas de aprendizajes pre pandemia, pero estas se agudizaron en las zonas rurales, en las escuelas interculturales y bilingües. La brecha existía, por eso se han agudizado las inequidades en nuestro país, y son grandes, por lo que debemos hacer un esfuerzo redoblado para atender las condiciones de la ruralidad y de los estudiantes bilingües, quienes deben tener una atención diferenciada, así como nuestros estudiantes de la educación básica alternativa (EBA).
Hay dos estudios, uno de Argentina, que ha evidenciado que tenemos un retroceso de 20 años, y otro realizado en nuestro país, mediante una encuesta aplicada en los colegios con conectividad. Lo hizo el Ministerio de Educación, y pone en evidencia que hemos retrocedido, efectivamente, a los años 80. Esto es innegable, más allá de que hay resiliencia frente a la crisis, no podemos negar que hay una brecha que debemos superar con decisión y acción desde el Estado y también desde los espacios regionales y, cómo no, desde la decisión de las propias escuelas, porque más allá de la crisis política, lo que hemos identificado es que las escuelas se organizan y construyen sus propias estrategias para salir del hoyo.
Compromiso con el retorno de las y los estudiantes
Por otro lado, hay 60 mil estudiantes identificados por el Ministerio de Educación que no han retornado y tenemos que hacer el esfuerzo, desde el Estado, desde las políticas públicas, desde la comunidad, el gobierno, desde el distrito, para buscar a los estudiantes y hacer que vuelvan. ¿Por qué? Porque esa peruana, ese peruano que no se educa, es un ciudadano que no va a tener las mismas condiciones para salir adelante. Se tiene que hacer un compromiso para la recuperación del estudiante. Hay una palabra medio perversa que es la deserción escolar, que no es otra cosa que un estudiante al que dejamos ir porque no le damos las condiciones debidas para que su presencia en la escuela sea una oportunidad para salir adelante.
La infraestructura como condición básica para asegurar el derecho a una buena educación
Otra vez, la pandemia nos ha demostrado que donde no había una escuela buena, donde no había condiciones, tomábamos el parque, tomábamos la calle, sin embargo, eso no significa que se le quita al Estado la responsabilidad de mejorar la infraestructura.
En mi opinión las condiciones no están necesariamente en el Ministerio de Educación, yo he propuesto la creación de un Ministerio de Obras, con la finalidad de se dediquen, efectivamente, a hacer mejoras en la infraestructura nacional porque, finalmente, como sector Educación, nos ponemos en la cola de las obras del Perú.
Todas las obras que se hacen en las escuelas no son una fila distinta del presupuesto nacional, porque en realidad, ahí están también conjugadas todas las inversiones y habría que tener una especialización, en un espacio distinto que permita la construcción más rápida y efectiva, con otras estrategias, con otros profesionales que favorezcan las mejores condiciones. Sin embargo, la pandemia ha demostrado que no necesariamente la infraestructura define los aprendizajes, las estrategias de maestras, maestros y de las comunidades y el compromiso de los gobiernos y las políticas pueden definir otro tipo de miradas, lo cual no quita la responsabilidad del Estado de mejorar, de todas maneras, la infraestructura y asegure los recursos educativos necesarios.
Qué hacer para remontar todo lo perdido
Mi preocupación está vinculada a que como Estado no hemos podido responder y digo Estado, no gobierno, lo cual tiene que ver con el vaivén permanente de ministros, de directores, de autoridades, ya que desde el mismo sector de educación no se ha dado un norte claro a nuestros maestros ni a los que están en la escuela, esa es mi mayor preocupación. No tenemos el sentido de la urgencia, ni de lo que es prioritario, tampoco claridad del norte que habíamos estado construyendo tanto tiempo y nos costó tener líneas donde todos teníamos una idea de hacia dónde ir.
Lamentablemente en este momento eso no lo veo, pero mi esperanza sí está, otra vez, en lo que la pandemia demostró: el maestro que no tenía coordinación con su unidad de gestión educativa local (UGEL), con su director, con su comunidad educativa más cercana se inventó y comenzó a reconstruir desde su propio esfuerzo, agrupándose, compartiendo experiencias y haciendo la diferencia. Creo que hay que volver a esa capacidad del aula, la capacidad de la escuela como núcleo y cómo no, encontrar esas UGEL, esas comunidades de aprendizaje, esas redes de maestros que permiten hacer la diferencia. Y ahí hay que meterle punche, ahí hay que meterle fortalecimiento de capacidades y relevar lo bueno que se está haciendo para compartirlo. Este año se debe potenciar la educación, no se puede perder ni un día más de clases.
Entrevista: Julia Vicuña Yacarine, realizada el 30 de marzo del 2023
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