El currículo y el enfoque de género. Indispensable para enfrentar de manera preventiva la violencia
El Currículo Nacional de la Educación Básica (CNEB) es el instrumento que define cuáles son los aprendizajes que todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que estudian en la educación básica en el Perú deben lograr y que el Estado está en la obligación de promover, por ser el garante del derecho a una educación de calidad.
En estos tiempos que el tema del currículo ha dejado de ser solo un asunto debatido por expertos/as y docentes, corresponde que nos preguntemos ¿por qué es importante que el Perú avance en la implementación del CNEB aprobado en el año 2016?
Desde mi punto de vista, lo más interesante del CNEB es que propone una idea, un horizonte, de qué tipo de seres humanos queremos ser.
Propone que cualquier persona que egrese de la Educación Básica en el Perú, debiera reconocerse como una persona valiosa, que practica una vida saludable, es capaz de identificarse con su cultura en diferentes contextos y cuenta con una dimensión espiritual respetuosa de las personas y sociedades. Durante su paso por la educación básica, desarrolla aprendizajes que le permiten eficazmente propiciar la vida en democracia, apreciar el arte y comprender el mundo natural, desde una búsqueda de mejora de la calidad de vida y el cuidado de la naturaleza. El CNEB propone que todas las personas desarrollen de manera permanente, procesos autónomos de aprendizaje.
Para lograr esta visión de lo que podemos ser los y las peruanas, el Ministerio de Educación ha definido que el conjunto de las áreas y prácticas educativas que se lleven a cabo en las escuelas (sea en el aula, en el patio, cuando haya asamblea de profesores o de padres y madres de familia, en las actuaciones, cuando se organicen actividades festivas, etc.) deben estar teñidas, impregnadas, de siete enfoques: i) de derechos, ii) de atención a la diversidad, iii) intercultural, iv) de igualdad de género, v) ambiental, vi) de orientación al bien común, y vii) de búsqueda de la excelencia.
La riqueza del CNEB está en el entramado que logra entre los siete enfoques, cada uno potencia a los otros, y su realización exige que todos avancen de manera conectada. Cada enfoque resalta, enfatiza, determinados valores y actitudes, por ejemplo, el enfoque de atención a la diversidad, exige que los resultados de aprendizaje sean de igual calidad, independientemente de las diferencias culturales, sociales, étnicas, religiosas, de género, condición de discapacidad o estilos de aprendizaje. En un país como el Perú con profundas desigualdades sociales, el enfoque de atención a la diversidad obliga a que el Estado haga esfuerzos serios para mejorar la equidad del sistema educativo, y plantea la exigencia de erradicar la exclusión, la discriminación y la desigualdad de oportunidades.
Actualmente sectores conservadores han puesto en debate el CNEB, aprobado en el año 2016, especialmente en lo referido al enfoque de género. El CNEB señala respecto al enfoque de género que “todas las personas, independientemente de su identidad de género, tienen el mismo potencial para aprender y desarrollarse plenamente. La Igualdad de Género se refiere a la igual valoración de los diferentes comportamientos, aspiraciones y necesidades de mujeres y varones. En una situación de igualdad real, los derechos, deberes y oportunidades de las personas no dependen de su identidad de género, y, por lo tanto, todos tienen las mismas condiciones y posibilidades para ejercer sus derechos, así como para ampliar sus capacidades y oportunidades de desarrollo personal, contribuyendo al desarrollo social y beneficiándose de sus resultados”. Corresponde preguntarnos, ¿podemos estar en contra de esto? Yo no encuentro razón valedera para negar lo señalado en este párrafo.
Más aún, al afirmar el CNEB que “si bien aquello que consideramos “femenino” o “masculino” se basa en una diferencia biológica-sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a día, en nuestras interacciones”, resalta la responsabilidad que tenemos todas las personas de repensar cómo queremos ser, qué metas y roles queremos cumplir, cómo queremos que nos valoren y cómo queremos valorar a las personas, cómo queremos relacionarnos con las personas que amamos, con los individuos de nuestro entorno, con el género humano.
Por lo dicho, también se debe afirmar, como ya lo está haciendo el Ministerio de Educación y todo el gobierno, que el enfoque de género es indispensable para enfrentar de manera preventiva, la Violencia Basada en Género. Necesitamos que la escuela promueva modelos de lo masculino y lo femenino acordes con los Derechos Humanos, que reconozca la diversidad de identidades de género. La educación básica nos debe dar herramientas para enfrentar el machismo, esa característica que subyace a nuestras relaciones inter-personales, que afecta a las mujeres y las poblaciones LGTBI, al colocarlas no solo en posiciones de subordinación, sino de riesgo de vida, pero que también presiona a los hombres para que exacerben su agresividad y escondan sus emociones.
El enfoque de género en el currículo es la afirmación, desde la política pública y desde la experiencia cotidiana que viven nuestros niños, niñas y adolescentes en las escuelas, que todas las personas tenemos el mismo potencial para aprender y desarrollarnos.
Escribe: Estela Gonzalez, socióloga, socia de Tarea y Foro Educativo e
integrante del Colectivo Educación e Igualdad