La EBA o ¿La Cenicienta de la educación?

Luego de doce años en que se hiciera la consultoría Rivero en torno a la Educación Básica Alternativa (EBA) y la necesidad de asumirla con real voluntad política y técnico-pedagógica, tenemos que reconocer que la EBA no ha salido, como se esperaba, de su condición de la Cenicienta de la Educación. Ciertamente que es uno de los indicadores de lo que se llamó el malestar de la educación peruana. Poner atención a las causas por las que la EBA, en general, tiene una imagen de ser la Cenicienta de la Educación y para el propio Ministerio en sus instancias centrales como descentralizadas. Nada de ello se afirma sin desconocimiento de los avances que en la última década se han dado en la EBA, pero sin negar por igual las marchas atrás en lo normativo como fue el reducir la EBA a la atención de jóvenes a partir de los 15 años y de adultos, dejando fuera a los niños. Esto último no ha hecho sino reforzar la imagen que la Educación Básica Regular (EBR), es la modalidad ideal y el resto forma parte de una ficción toda vez que carece de real reconocimiento social.

Una hipótesis

Creemos que no sea fantasioso levantar la hipótesis sobre esta realidad de que no existe un movimiento social de base que presione, que exija y que levante como importante para la democracia, la justicia social y el desarrollo del país, la bandera de una EBA como urgencia de una educación que contribuya a la derrota del llamado analfabetismo, de la marginalidad social y económica a quienes no pasaron oportunamente por las diversas formas de escolaridad dominante. Ello contrasta con las organizaciones indígenas cada vez más presentes reivindicando cuestiones centrales como la educación que asegura la propia comunidad, su cuidado del medio ambiente, el respeto a sus tecnologías, a sus tradiciones culturales en lo que éstas tienen para ofrecer en un país pluricultural como el nuestro. Es gracias a estas formas de presencia andino-amazónica que se perciben esfuerzos desde el propio Estado para darle carta de ciudadanía a estas otras modalidades educativas contempladas en la Ley 28044. La EBA no concita una conciencia nacional, incluso regional, ni para los medios de comunicación como un componente de bien público y factor de salud democrático-ciudadana.

Causales posibles

Nos referimos a las señaladas en un estudio para el Ministerio de Educación (Minedu) del 2013:

Tendencias en los CEBA

  1. Serias dificultades para superar los viejos paradigmas sobre los que se construyó lo que se conoce en la cultura escolar peruana como la educación vespertina y nocturna o Educación de Adultos.

  2. Se percibe en el profesorado los lastres de dicha cultura, vale decir, acostumbramiento a trato con adultos cansados, extra-edad con niveles relativos de exigencia académica.

  3. La metodología parece ser una repetición de las formas de trabajo en la escuela primaria y secundaria de la modalidad regular y no un repensar modalidades para un público con exigencias didáctico-pedagógicas específicas.

  4. Hay dos fenómenos más recientes a considerar. Uno es la disminución de participantes a los CEBA. Y otro, la tendencia a la disminución relativa de la responsabilidad del estado en la EBA.

  5. Ello deviene en la emergencia de iniciativas privadas en la apertura de CEBA llegando a superar al propio Estado.

Propuesta Técnica – DIGEBA

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Ya Sigfredo Chiroque, investigador sobre la EBA, señalaba entre las situaciones-problema el propio enfoque o concepción predominante en la normativa que desde el Estado se le ha dado a la EBA que la aleja definitivamente de ser la Otra Educación y la termina reduciendo a un caminito de atajo para sectores de facto históricamente relegados. Ello explica que se atienda a menos del 3 % de la demanda potencial. La EBA encara hoy en el país la tensión entre la relación educación-trabajo cuando las condiciones laborales y los regímenes legales que cada día favorecen más la eventualidad y el ejercicio del derecho a trabajar sin derechos es una realidad creciente. Uno de los efectos en el clima anímico entre docentes en la EBA —siempre con excepciones destacables— es de baja intensidad y es que en general la EBA y sus CEBAS, Periféricos y esfuerzos por relacionarse con los CEPROS no terminan de entusiasmar lo que se expresa en un eros pedagógico poco vital. Y es que las propuestas curriculares no parten de la vida y aspiraciones consensuadas de los participantes, no son, en general, una construcción social.

Para seguir en la acción y reflexión

  • La necesidad de pensar y actuar en la EBA más allá de cómo se viene en la práctica entendiendo oficialmente.

Pensar definitivamente la EBA y su institucionalidad sin la EBR [1]. Es decir, hacer un esfuerzo por elaborar un pensamiento de lo que hoy se llama EBA sin tener como referente y en subordinación a la cultura de la EBR, la que constituye una especie de patrón ideal con el que necesariamente hay que medir y valorar a la EBA.

Consultoría para el Minedu, 2013
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  • Superando los vientos remediales que soplan sobre la EBA, educar desde la EBA ¿para qué civilización?
  • Participación y flexibilidad, más allá de una mera cuestión decorativa o ficcional en los CEBA.
  • El retorno de las PEBANA como una medida de justicia social.
  • La validación, certificación un puede ser una especie de: “algún día serás como la EBR”, tarjeta de ciudadanía e identidad!!!
  • La formación de docentes para la EBA exige una mirada divergente a formar docentes para EBR y ello desde la formación preprofesional.

«En momentos como los actuales, en que la dimensión del futuro está asociada a la incertidumbre y a la ausencia de sentido, postular escenarios de porvenir implica más que nunca adoptar una posición ético-política. Partimos de que no existen futuros escritos o inevitables»[2].

Los CEBA estatales no deben ser un signo más de las nuevas desigualdades en el Perú. Impedir que así sea, es la gran responsabilidad de todos los concernidos en la EBA y sus CEBA.

Estudio para el Minedu, 2013

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[1] Ver Ignacio Lewkowicz, “Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez”, 2004, Paidós, nos llevaría a pensar sin EBR para poder realmente refundar la EBA en los imaginarios sociales de docentes, funcionarios y sociedad. [2] Juan Carlos Tedesco, “Educación y Justicia Social…”, op.cit., p.18.

Escribe: Alejandro Cussianovich, educador