Bastantes promesas con muchos vacíos

La ciudadanía esperaba poco de una presidenta que se ha mostrado frívola frente a los problemas del país. Insensible ante el dolor de los familiares de las víctimas de las protestas del 2022-2023.

Fue un mensaje interminable, con un sinnúmero de promesas, sin empatía con los temas urgentes que preocupan al país, como son la delincuencia e inseguridad ciudadana, la falta de medicinas en los hospitales, la minería ilegal, sin ninguna mención a la ley de amnistía aprobada por el Congreso que libera de responsabilidad penal a sentenciados e investigados por crímenes de lesa humanidad y de alguna manera castiga a las víctimas: niñas, niños, varones y mujeres de las comunidades andinas que vivieron entre dos fuegos, en el periodo del conflicto armado, y que continúan luchando por justicia y reparación por la pérdida de sus familiares.

De las cinco horas que duró su discurso, en educación, no pasó de los 15 minutos, mencionó diversos puntos, pero obvió puntos centrales, por ejemplo, cómo acortar la brecha educativa entre las zonas andinas, amazónicas y urbanas, cómo mejorar aprendizajes y revertir los malos resultados que encontró la Evaluación Nacional de Logros de Aprendizaje (ENLA 2023). Tampoco dijo nada del aumento del presupuesto en educación.

Al iniciar su discurso, la presidenta afirmó que el centro de su política es impulsar una educación de calidad con valores de honestidad y solidaridad, sin embargo el accionar de su gobierno evidencia lo contrario al obstruir manifestaciones del pensamiento crítico dentro de la escuela, como es el intento de retirar textos porque tienen palabras como ‘género’, ‘conflicto armado’, ‘aborto’, ‘conflicto social’, ‘dictadura’ y ‘educación sexual integral’, todas estas acciones desdicen largamente su promesa de buscar una educación de calidad que apuesta por una formación con valores ciudadanos.

Uno de los ejes que planteó con fuerza fue la formación técnica, pero solo se quedó en la mención, no dijo cómo se implementará esta propuesta en la Educación Básica Regular. Solo centro su mirada en los institutos tecnológicos, y de manera magra, pues solo menciono que se dará 143 millones para algún nivel de la infraestructura para los institutos del país, dejando de lado los colegios de la Educación Básica Regular con variante técnica y los centros de educación técnico productivo dos pilares fundamentales para fortalecer la formación técnica que tiene presencia en la mayoría de los distritos más pobres del país.

Es evidente que la presidenta no tiene en cuenta que al país le hace falta ciudadanos y ciudadanas, con competencias técnico-productivas vinculados al desarrollo local de su comunidad.

Mencionó que 73 institutos han sido licenciados, sin embargo, no especificó si son tecnológicos o pedagógicos, tampoco dijo que ese proceso de licenciamiento fue asumido económicamente, casi en su integridad, por los institutos con recursos propios y gracias a los denodados esfuerzos de sus equipos docentes.

La presidenta planteó el crecimiento de las escuelas bicentenario, básicamente en Lima Metropolitana, como apuesta con la modalidad de inversión publico privado. ¿Será la apuesta educativa de este gobierno, dejar de lado las necesidades de miles de escuelas urbanas y rurales en las diversas regiones del país? ¿Se centrará básicamente en el componente de infraestructura, dejando de lado el componente pedagógico, eje central de la educación?

En el mensaje a la nación, la mandataria, señaló la importancia de fortalecer las universidades, sin embargo, estableció como su principal logro la creación de 11 universidades, sin mencionar, que en coordinación con el Congreso, se ha desmantelado la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) poniéndolo nuevamente al servicio de los mercaderes de la educación.

La creación de más universidades no garantiza el cierre de brechas en la educación superior, si los profesionales egresados de las universidades tienen competencias deficientes, no podrán ser el sector que transforme su realidad ni su territorio. Por ello este gobierno debió garantizar y defender la calidad de la educación superior antes de dar luz verde a los a los que ven la educación como un negocio. Con una educación superior deficiente nos espera pésimos índices de competitividad.

Nuestro país es diverso en lengua y cultura, a nivel nacional existen 47 lenguas originarias, pero la apuesta del gobierno no prioriza las lenguas originarias del país, ni que niñas, niños y adolescentes aprendan en sus lenguas, por el contrario, su política promueve el aprendizaje del inglés, que no está mal, pero también hay que conocer nuestra cultura. Cada estudiante debería de conocer una lengua originaria según el espacio lingüístico en el cual se encuentre.

Habló de la meritocracia expresada en que más de 170 mil docentes se matricularon en las plataformas de capacitación del Ministerio de Educación (Minedu). Sin embargo, no habló del deterioro de la meritocracia y de la Carrera Pública Magisterial a través de normas y leyes emitidas desde el Congreso y que desde el ejecutivo nunca fueron observadas, como el nombramiento automático de docentes o el retorno de docentes interinos.

La presidenta no planteó acciones para la implementación de políticas concretas, que necesitamos como país, para fortalecer la educación, las cuales están expresadas en el Proyecto Educativo Nacional. Por lo visto el discurso del 28 de julio nos ayuda a ver que la educación no es una prioridad para este gobierno.

Escribe: César Gálvez, educador de Tarea en Ayacucho
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