El derecho a una educación presencial segura

La discusión sobre la posibilidad de la vuelta a la presencialidad en el Perú se da en un momento en el cual vivimos la segunda ola del covid y, simultáneamente, la posibilidad de empezar con una vacunación sistemática de la población.

Tenemos que considerar de partida, dos condiciones adicionales. De un lado, que no están descartadas otras olas de la pandemia, tal como ya están ocurriendo en Europa. De otro lado de la segunda ola que vivimos actualmente se enfrenta con un sistema de salud colapsado, con déficit de provisión de oxígeno y de camas UCI. No parece ser el mejor momento para plantearse la vuelta a la presencialidad.

Nadie pone en duda que las clases presenciales constituyen la alternativa pedagógica por excelencia. Aunque la enseñanza virtual ha venido para quedarse, no puede sustituir el contacto directo con el docente y su incidencia en la formación integral de sus estudiantes: y tampoco posibilita la relación directa de los estudiantes con sus pares. La pandemia ha hecho visible como nunca la complejidad de la profesión de maestro y, asimismo la importancia de la función social de la escuela.

Sin embargo, la perspectiva de volver a clases presenciales tiene que pisar tierra. Además de tomar en cuenta los criterios de voluntad, flexibilidad, y gradualidad que han sido mencionados con acierto por el Ministerio de Educación (Minedu), conviene precisar tres tipos de condiciones que se requieren para dar este paso.

Condiciones epidemiológicas y sanitarias. Sobre esto existe cierto consenso en considerar que sólo es posible la vuelta clases cuando indicadores como la mortalidad y el contagio sean bajos y donde la atención de salud es suficiente. No es posible retornar las clases en las provincias situadas en el llamado “nivel extremo” o “muy alto”. [1]

En los lugares con menor riesgo covid, deben asegurarse condiciones básicas que conviertan a las escuelas en espacios seguros. Al respecto se ha anunciado que se proveerá mascarillas a docentes y alumnos, y habrá un control riguroso de la salud de los estudiantes y docentes. Asimismo, se ha establecido que existirán “estaciones de lavado de manos en las escuelas” y que existan espacios abiertos. Todo esto sin embargo parece insuficiente.

Países vecinos como Chile y Colombia están asegurando y exigiendo la presencia de un enfermero o una estación de enfermería en cada escuela. En varios países se está exigiendo la vacunación del personal docente y de servicio de todas las escuelas antes de volver a clases. También se está demandando la existencia de útiles de aseo garantizado en las escuelas y que el seguro de salud cubra el covid para los maestros. En el Perú los maestros se vacunarían en la segunda fase, pero aún no hay fecha precisa. Hay que esperar este requisito.

Lo avances en el proceso de inmunización de toda la población también son importantes para el regreso seguro a clases. En el Reino Unido el regreso a la presencialidad, dependerá de los avances de la vacunación y en Israel se ha retornado a clases teniendo ya al 45 % de la toda la población inmunizada.

Finalmente se está considerando en varios países que los estudiantes no tengan condiciones particulares de vulnerabilidad ni tengan tampoco un pariente en casa de alto riesgo, que pueda ser contagiado por los niños asintomáticos, al regreso de la escuela al hogar.

Condiciones de vida. No basta que las escuelas sean espacios seguros, también deben serlo las calles y el transporte público.

En Argentina se están estableciendo normas para el transporte público, como circular con las ventanillas abiertas, micros especiales para escolares, disposición de que todos los escolares vayan sentados y distanciados, conductores separados por un plástico divisorio, cortes de tránsito en calles donde existan escuelas, y estaciones de sube y baja de los escolares desinfectadas y seguras. En este y otros países se está cuidando la limpieza y desinfección permanente de todo el entorno escolar, incluyendo veredas, pistas, bancas, cestos, etcétera.

El Ministro de Educación ha declarado que, según la información acumulada hasta el 1 de febrero, solo el 20,47 % de las instituciones educativas podría reanudar las clases con un nivel de presencialidad, la mayoría de ellas ubicados en zonas rurales, sobre todo amazónicas, allí donde existen espacios al aire libre, los alumnos se desplazan a pie y los índices de la pandemia son bajos.

Asimismo, en los países vecinos se ha otorgado varios bonos para que la población en condición de pobreza pueda enfrentar la pandemia. Esto es relevante para que las familias solventen los gastos médicos, de transporte, provisión de alimentos, consumo de luz y agua, etcétera, en contextos donde se ha perdido alrededor de 3 millones de empleo en el país, y donde la pobreza ha regresado a niveles de 20 años atrás.

Condiciones físicas de las escuelas. Colocar un lavamanos en la escuela es insuficiente si los servicios higiénicos carecen de agua potable. Es indispensable comenzar a cerrar la brecha de déficit de servicios en las escuelas con una inversión sostenida anual, quizás para posibilitar que el retorno a la presencialidad se incremente paulatinamente el 2022 y 2023.

Según las estadísticas oficiales del Minedu que consignan información hasta el 2019, la serie histórica de la data muestra que el porcentaje de locales escolares públicos con los tres servicios básicos ha ido disminuyendo en los últimos cuatro años, pasando del 44,4% el 2016 al 30,9 el 2019. Igualmente, el porcentaje de locales escolares públicos conectados a una red de agua potable disminuyó del 60 % el 2016 al 37,5 % el 2019

Para el 2020 el Minedu informó que 99,6 % de instituciones educativas accede al servicio de agua, pero considera en este porcentaje el río, acequia, el camión cisterna, el pozo y el pilón de uso común, asunto que es a todas luces discutible, ya que considera todo esto como “red pública”, asunto muy diferente que “red de agua potable”. Necesitamos que las escuelas donde asistan los niños estén conectadas a una red de agua potable y a redes de desagüe.

La brecha de infraestructura también debe ser afrontada con metas progresivas anuales. El 26 % de locales escolares públicos requiere refacción total o parcial y el 56 % requiere mantenimiento. Solo 2 de cada 10 locales está en buen estado (Escale 2018).

La brecha digital. La pandemia develó el tamaño de esta brecha. Sólo el 11,2 % de estudiantes primaria de colegios públicos y el 14,2 % de estudiantes de secundaria de colegios públicos contaron con conectividad en su hogar. (Minedu ESCALE 2020).

El INEI reporta que 45 % de estudiantes de primaria usaron internet el 2020, lo que no significa que tengan conectividad en su hogar, sino que se conectan en su mayoría por un celular. (Reporte INEI 3er trimestre 2020). Según el INEI el 88 % de la población de 6 y más años que accedió a internet lo hizo por celular, sólo el 30 % lo hizo por una computadora, tablet o laptop. Estas cifras son para el sector público y privado.

En las escuelas, la carencia de internet es significativa. Si bien se ha incrementado el número de escuelas públicas con internet éstas sólo son el 42 % del total. Es algo muy injusto que la trayectoria educativa de los estudiantes de las escuelas públicas se vea afectada por la falta de conectividad, de una tablet o computadora o de poder comprar datos en un celular. Hoy el acceso a internet y a una tablet es parte de las condiciones básicas de educabilidad y requisito para hablar de la educación como derecho fundamental garantizado por el Estado.

Para la educación presencial, hoy hay más dudas y vacíos que certezas. Vamos con calma.


[1] Ministro R. Cuenca, 24 febrero 2021

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Escribe: Teresa Tovar Samanez. Docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú
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