Sí a la igualdad de género en educación

La campaña “Con mis Hijos no te Metas” demanda que el “enfoque de género” y el concepto mismo de “género” sean retirados del Currículo Nacional de la Educación Básica (CNEB).

Pedido inconveniente respaldado por juzgado

El concepto de género escondería la “ideología de género” que, según afirman los promotores de la campaña “Con mis Hijos no te Metas”, “produce graves confusiones en el orden natural de los sexos, promueve la homosexualidad, busca destruir la familia y pervierte la sociedad, en particular a los niños”. El enfoque de género —según la academia— señala que la manera como vivimos nuestro ser masculino o femenino es histórica y aprendida. Los estereotipos, el sexismo en los roles laborales, supuestas capacidades superiores masculinas, expectativas de logro diferenciadas, no son naturales, sino socialmente construidos. Ante los temores de que la educación inocule homosexualidad, bien dijo la ministra de Educación: “la homosexualidad no se enseña, la homofobia se aprende”.
En esta campaña ha intervenido, como se esperaba, la Primera Sala de la Corte Superior de Lima, tomando parte en un conflicto muy significativo entre enfoques sobre el derecho a la educación, los derechos de los padres y del alumnado y el papel del Estado en su cumplimiento.
La parte resolutiva tiene tres puntos: declara nula la resolución que aprueba el CNEB en materia de género, exhorta al Minedu a implementar la participaron social en educación y eleva el fallo en consulta a la Corte Suprema. Veamos los dos primeros.

[…] se DECLARA: NULA la Resolución Ministerial N° 281-2016-MINEDU, solamente en el extremo que aprueba el Currículo Nacional de la Educación Básica para el año 2017, respecto al Enfoque de Igualdad de Género, contenido en el acápite II- Enfoques Transversales para el Desarrollo del Perfil del Egreso, en la parte que se consigna: “Si bien aquello que consideramos femenino o masculino se basa en una diferencia biológica sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a día, en nuestras interacciones”, por vulnerar los artículos 7° y 22° de la Ley 28044, Ley General de Educación; EXHORTÁNDOSE al Ministerio de Educación para que promueva y/o implemente un mecanismo específico, democrático, deliberativo, transparente y efectivo, para que la Sociedad y los Padres de Familia participen bajo las diversas modalidades en la formulación de las políticas públicas en educación” (énfasis del original).

El juzgado recuerda la obligación de Minedu de promover e implementar la participación social en educación, lo que difícilmente se puede objetar. Sin embargo, esa lógica no los lleva a declarar nulo el CNEB en conjunto, sino, específicamente, un párrafo del Enfoque Transversal de Igualdad de Género. Ciertamente, haber declarado nulo el CNEB hubiera sido una radicalidad democrática soberbia, pero pondría a nuestra fallida democracia en cuestionamiento directo y al desnudo. ¿Cuántas normas se promulgan sin proceder a realizar su consulta obligatoria y sin embargo están vigentes? Pero no parece que vayamos a encontrar a los miembros del juzgado en la lucha contra las reformas desde arriba. Más bien se han puesto de lado de una lectura restringida del proceso educativo y al margen de los derechos del niño y del adolescente. No le interesa la multitud de opiniones personales e institucionales, nacionales e internacionales que se han emitido explicando el enfoque de género. No le interesa que muchos padres y madres pidan que la educación aborde estos temas.

Múltiples influencias formativas

El planteamiento de retirar la educación sexual del currículo explícito, normado, y dejarla solo a cargo de la familia, parece desconocer que ello no significa que se lo retira de hecho de la vida escolar, mucho menos de las relaciones sociales. Lleva, sin querer, a darles más fuerza a otras formas de aprendizaje no formal e informal en la propia escuela y en las relaciones sociales. Se refuerza el currículo oculto o tácito, fuera de toda intencionalidad dialogada y convenida. Nunca deja de existir la información y actitudes ante el género y la sexualidad. En la organización de la escuela y su gestión se expresan valores y actitudes. Pretender su trato solo en la familia es, pues, imposible. Con ello más bien se incentiva su tratamiento también fuera de la escuela, con compañeros de barrio, la radio, la TV, los diarios, la internet, la literatura, los conciertos, los campamentos y actividades deportivas. Hoy, más que nunca, vivimos la ampliación y diversificación de las formas, contenidos y lugares de aprendizaje. Hablamos, así, de múltiples influencias formativas.
El veto a tratar el tema del género en la escuela se sustenta también en un acentuado pesimismo sobre la vida social y la perversión en la sociedad en que vivimos, todo ello supuestamente consecuencia de la “ideología de género”, de modo que la campaña conlleva una visión catastrófica descontextualizada de la sociedad actual.
En esa visión no hay una crítica a la reproducción sistémica de las desigualdades, a los prejuicios raciales, la corrupción, la dominación entre naciones y al interior de ellas, los poderes de facto, el armamentismo o el terrorismo. Desaparecen asimismo las potencialidades sociales, los valores democráticos. La carga política y social principal de la lucha contra la supuesta “ideología de género” se encuentra en retrotraer avances democráticos, como el enriquecimiento de los derechos y libertades, la emancipación de la mujer, la igualdad de género o los derechos de los pueblos indígenas y trabajadores.

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Escribe: Manuel Iguiñiz Echeverría, profesor de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM) y asociado de TAREA