Por una enseñanza científica y laica: A propósito de los textos distribuidos por el Ministerio de Educación

A la oposición de incluir el enfoque de género en el proceso de educación por parte de sectores conservadores, se suma hoy la tergiversación de la historia reciente en el Perú en los textos orientados a las/os docentes y estudiantes de Secundaria.

En los últimos tiempos, un sector político parece creer que negando la verdad puede cambiar la historia, y esto está sucediendo con el aciago periodo comprendido entre 1980 y el 2000, en el que la violencia terminó con la vida de más de setenta mil peruanas/os y destruyó parte de la ya débil infraestructura en el país.

Lo más grave es que esta historia tergiversada está siendo consignada en los textos de las/os docentes, distribuidos por el Ministerio de Educación, que tienen el fin de informar y reflexionar sobre la realidad nacional con las/os alumnas/os de secundaria.

En esta tergiversación de la historia, en primer lugar, se niega que existió un conflicto armado. Según el diccionario de la Real Academia (RAE), conflicto significa “enfrentamiento armado”, y en el Perú, en este periodo, se enfrentaron Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), por un lado, y las fuerzas policiales y fuerzas armadas, por otro: al centro, una población indefensa, mayormente indígena, pobre y quechuahablante.

También remitiéndonos a la RAE, vemos el significado de terrorismo: “Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”. Y a este terrorismo recurrió tanto SL como el MRTA.

En segundo lugar, se niega que existió violación de derechos humanos por parte de las fuerzas policiales y armadas. Lamentablemente, se dio, producto de la desconfianza, pues se enfrentaban a un enemigo mimetizado entre los habitantes de los pueblos y con un mayor conocimiento de la difícil geografía, escenario inicial de este conflicto. Pero, igualmente, en este comportamiento estuvo presente el racismo y la discriminación de género: hubo una violencia diferenciada hacia las mujeres por su condición de tales, que no era una violencia nueva en nuestro país, ni ha cesado, como lo podemos ver día a día en las noticias.

Esta violencia del estado no solo fue producto de policías y soldados perturbados, la presencia del grupo paramilitar Colina demuestra que hubo la voluntad de hacer uso de estrategias ilegales, de grave violación de derechos humanos, que afectó a las poblaciones civiles, mayormente inocentes; pero incluso, aunque no lo hubieran sido: el estado no puede comportarse como un grupo terrorista más, el estado tiene la obligación de ejercer la justicia, es lo que diferencia a una democracia, un estado de derecho como el Perú.

En estos textos, también hay que recordar que la derrota de Sendero Luminoso se dio en alianza con las rondas campesinas, grupos de autodefensa que se enfrentaron al terrorismo, porque la propuesta de solución que tenía Sendero para su pobreza e injusticia era el asesinato, el autoritarismo (suplantaron a las autoridades comunitarias), la destrucción de sus cosechas, la matanza de sus animales y la expropiación de lo poco que tenían.

Hoy, la mejor forma de enfrentar a los rezagos terroristas es con la verdad, más aún en un contexto en que Sendero ha iniciado una labor política con estrategias diferentes, y uno de sus argumentos es precisamente que las fuentes oficiales están mintiendo con respecto al sentido de su lucha. La objetividad en el análisis de estos hechos, hará más convincente la posición oficial.

El Ministerio de Educación no puede desvirtuar lo acontecido presionado por intereses políticos, su primer compromiso es con el país, de lo contrario estaría atentando contra un derecho fundamental de las/os estudiantes: ser informadas/os con la verdad.

El enfoque de género

No es casual que estos mismos sectores se opongan al enfoque de género en la educación, que es una categoría de análisis para medir las desigualdades entre hombres y mujeres; brechas sobre las que hay abundante información, producida por el propio estado.

En primer lugar, hay que decirle al Presidente de la República que la muerte de una mujer, a causa de la violencia por parte de un hombre, no es un designio de Dios; es consecuencia de continuar concibiendo a las mujeres como seres sin autonomía ni libertad, que están sujetas al poder del varón. La declaración de los derechos humanos cambió esta realidad, así como nuestra Constitución, y que es obligación del estado asegurar una vida digna, sin violencia de ningún tipo, a todas/os sus ciudadanas/os, y que esto se transforma no solo con normas; sobre todo, impartiendo una educación que fomente la igualdad de derechos entre todas las personas, sin diferencia de sexo, raza, clase, etnia…

Con preocupación se han visto textos que niegan los derechos humanos de las personas de la diversidad sexual; que niegan la realidad que las/os adolescentes inician su sexualidad antes de los quince años, y que muchas tienen un embarazo no deseado como consecuencia de la falta de información o a causa de falsos mitos.

El enfoque de género va a promover relaciones de respeto entre hombres y mujeres; va a serlos conscientes de que si deciden tener relaciones sexuales debe ser con responsabilidad (la protección es un compromiso de ambos) y con el consentimiento de su pareja (recordemos que el Perú ocupa el tercer lugar en el mundo con denuncias de violencia sexual).

El enfoque de género, transversal a toda gestión pública, va a propiciar la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres: es el gran desafío del gobierno y su población; pero para ello el presidente Martín Vizcarra y sus ministras/os tendrán que empezar por liberarse del chantaje político y tener confianza que mientras actúen bajo las normas democráticas y el/la ciudadano/a sea el centro de la preocupación de su gobierno, van a tener el apoyo de las/os peruanas/os.

Finalmente, en el fortalecimiento de nuestra democracia, las/os docentes tienen un rol fundamental. Mercedes Cabello, en la década de 1870, demandaba una educación científica y laica, que solo así sería posible la formación de ciudadanas/os dignos de la nación. Hay que recuperar el espíritu de sus enseñanzas para formar a nuevas/os ciudadanas/os. Ser maestra/o en el Perú es difícil, pero, también, siempre han demostrado ser espíritus libres, y parte de su herencia es legar a sus alumnas/os su amor por la libertad, la verdad y el conocimiento.

Escribe: Gaby Cevasco, escritora, periodista especialista en género